Francia importa en torno a una quinta parte de las cerezas que consume, en especial de países de la UE, algunos de los cuales (como España y Alemania) ya han prohibido el tratamiento con dimetoato. La prohibición francesa supone que Estados Unidos no podrá exportar cerezas al país galo, actividad que antes de la prohibición generaba 1 millón de dólares anuales (2015).
Por otro lado, puesto que es probable que la prohibición de este producto afecte a la producción francesa, se prevé que las cerezas galas se vuelvan más escasas y más caras, por lo que se crearán oportunidades para los competidores en mercados tradicionales de exportación de Francia, como el Reino Unido. Además, el Ministro de Agricultura francés ha puesto en marcha un programa de 5 millones de euros para subvencionar los ingresos de los productores de cereza franceses que sufran pérdidas relacionadas con la Drosophila suzukii.
Los importadores y comerciantes de fruta temen que Francia pronto ponga en práctica una prohibición similar contra otros plaguicidas o químicos aprobados por la UE, lo cual detendrá el libre movimiento de frutas y hortalizas desde países de la UE y países terceros hasta Francia.