Bryan Silbermann, director ejecutivo de Produce Marketing Association (PMA), y Michael Worthington, director ejecutivo de PMA Australia-Nueva Zelanda, ofrecieron una presentación en el reciente evento PMA NZ/AU Fresh Connections, celebrado en Brisbane con el objetivo de estudiar las tendencias principales en la industria de los productos agrícolas frescos, tanto a nivel global como local. “Con ‘Construir un futuro más prometedor’ como tema del evento, vamos a compartir nuestras perspectivas sobre asuntos relacionados con la agricultura, el sector minorista, el sector horeca y la tecnología”, declaró Silbermann durante la inauguración.
Durante los últimos 18 meses, una de las tendencias más destacables, iniciada por Intermarché en Francia, ha sido la venta de productos no del todo perfectos, que “se etiquetan con otra marca y se venden a los consumidores a un precio menor. Estos programas se han expandido por todo el planeta, con la colaboración de minoristas y proveedores por igual”, explica, y los describe como un ejemplo de una excelente acción de marketing que logra convertir un producto defectuoso en una oportunidad.
Michael Worthington, que participó en la presentación para dar a conocer la perspectiva australiana sobre algunos de los temas tratados, aseguró: “Nos hemos percatado de esta tendencia probablemente tan rápido como todos los demás”, y hay grandes y pequeños minoristas que tratan de sacarle partido. De hecho, “el año pasado, Harris Farm Markets fue el ganador del premio al Comerciante del Año por su campaña ‘Selecciones imperfectas’ y, durante los últimos 12 meses, ha duplicado su oferta de estos productos en los lineales”.
Esta tendencia sirve como metáfora para otras, ya que, según Silbermann, “una tendencia clave que hemos visto es una intersección y una colaboración cada vez mayores entre la agricultura, la tecnología y la inversión de capital”. Para ilustrarla, mencionó que “en 2014, se invirtieron 2.300 millones de dólares en tecnología agrícola, y la cifra se duplicó hasta los 4.600 millones el año pasado”, con todos los sectores relacionados. En Japón, por ejemplo, se han presentado las “hortalizas parlantes” en las tiendas, que “reproducen la voz del agricultor cuando un cliente toca el producto”.
Esta tendencia tiene mucho que ver con la transparencia, ya que, al proporcionar más información sobre el cultivo del producto, es probable que mejore la confianza del consumidor. Al mismo tiempo, “ofrece a los clientes la oportunidad de conocer la agricultura y hacer más entretenida la compra. En consecuencia, las ventas en algunos establecimientos han aumentado hasta un 20%”, declaró. Está claro que “los consumidores están interesados en aprender más sobre el cultivo de sus alimentos y quiénes los cultivan”, afirmó.
Worthington explicó que, en Australia, esta tendencia tecnológica ha influido más en el sector primario que en el minorista, ya que la mano de obra es uno de los problemas principales. “También hemos visto muchas inversiones en la protección de cultivos. “Creo que, dentro de unos diez años, veremos un mundo completamente diferente en cuanto a la utilización de estas tecnologías a gran escala en nuestra industria”.
Los recursos técnicos, según Silbermann, también intentan abordar los problemas de escasez de agua. “Vemos que se invierte mucho en el reciclaje de aguas, la filtración, el riego de precisión y el control de la evaporación”. Un ejemplo de ello es el invernadero de condensación diseñado en Etiopía, “de modo que los agricultores no tengan que depender del suministro de agua del exterior, y esa es solo una de las muchas ideas que están obligando a nuestra industria a adaptarse a los cambios en el entorno de los consumidores y de la tecnología”.
Esta está conectada con otra tendencia de consumo cada vez más importante, que es la sostenibilidad, “lo que ha dado como resultado la redefinición general de la palabra ‘salud’”, afirma Silbermann. “Antes solíamos definir la salubridad de los productos agrícolas sobre todo desde el punto de vista de la nutrición, pero cada vez más consumidores, especialmente los más jóvenes, están estudiando sus hábitos de alimentación saludables de una manera más holística. Comprueban la salud del producto y el impacto que ejercen su producción y distribución en la salud de nuestro planeta, lo que está causando cambios en sus dietas”.
Esta tendencia, según Silbermann, “nos obliga a revisar cómo comercializamos nuestros productos agrícolas frescos. También es importante en el sector horeca, ya que los restaurantes responden a los deseos de los consumidores, algo que va más allá de las opciones estrictamente vegetarianas, y cada vez se utilizan más las proteínas caras como guarnición y no como elemento central del plato”. También está impulsando la rentabilidad, ya que los cocineros están encontrando formas de utilizar alimentos que, de otra manera, se desperdiciarían”.
No resulta sorprendente, dado este énfasis en la salud, que, en la actualidad, las frutas y las hortalizas sean una de las principales alternativas de aperitivos en todas las regiones del mundo. “Las frutas son los aperitivos más consumidos en Europa, Asia-Pacífico y Oriente Próximo/África, mientras que, en las Américas, se encuentran entre los cinco primeros; las hortalizas ocupan el primer puesto de aperitivos en Asia-Pacífico y Europa”, informa Silbermann. “Se atribuye a las innovaciones en el envasado, además de las asociaciones comerciales entre minoristas y proveedores”.
Al comercializar los productos agrícolas, hay que tener en cuenta que los miembros de la generación Y utilizan muchísimo la tecnología, como las tabletas y las aplicaciones móviles. “En cuanto a la generación Z, también es probable que compren artículos descritos como frescos, naturales y locales, y adoran cocinar; así que, ya esté utilizando la sostenibilidad o integrando estudios demográficos en sus estrategias de mercado, debe tener en cuenta estos aspectos”, aconsejó Silbermann.
En este sentido, Worthington afirmó: “Tratar de involucrar a estas generaciones en nuestra industria y atraer a talentos que dirijan nuestros negocios e influyan en nuestras estrategias es igual de importante que comercializar nuestros productos. Necesitamos cambiar nuestros propios estereotipos sobre cómo buscan trabajo estos grupos”, y eso incluye mejorar el valor de la diversidad de opiniones, ya que “un 86% de la generación Y cree que las diferencias entre opiniones permiten a los equipos sobresalir en las empresas”.
De hecho, la innovación que puede aportar la generación Y se convertirá en una herramienta esencial para enfrentarse a los desafíos del futuro. “En 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y, en nuestra industria, reclamar una parte de la creciente necesidad de alimentos frescos resulta abrumador y emocionante para los innovadores”, afirmó Silbermann. “La buena noticia para nosotros es que los productos agrícolas frescos están ejerciendo un papel principal para muchos proveedores de alimentos preparados”. Con respecto a los datos, informó de que, “en 2020, habrá 50.000 millones de generadores digitales en la cadena de suministro, que emitirán datos que podrán usarse para comercializar nuestros productos y activos de forma más eficaz. Los datos, creo yo, son lo que va a impulsar nuestro negocio en el futuro”, y es algo que se puede aplicar a muchos aspectos, incluidas las predicciones de producción, los riesgos de seguridad alimentaria, las necesidades de la cadena de producción o las demandas de los consumidores.
La seguridad alimentaria, por ejemplo, es un aspecto en el que se están invirtiendo muchos recursos y que proporciona un gran valor a la industria, pero, lo que es más importante, según Worthington, es “tener un lugar en el que todo el mundo (la industria, los gobiernos, los investigadores, las organizaciones...) pueda reunirse y centrarse en los ámbitos que son claves para todos. En Australia y Nueva Zelanda, nuestros alimentos tienen la reputación de ser seguros y de buena calidad, y queremos hacer todo lo posible para protegerla”.
En este sentido, la genómica se ha convertido en una herramienta excelente para mejorar la seguridad alimentaria, y Silbermann argumentó que esa misma herramienta también debería servir para impulsar otros aspectos, por ejemplo el sabor. “En los próximos 5 o 10 años, la genómica tendrá un enorme impacto en el desarrollo de variedades y en la manera en la que resolvemos la convergencia del sabor y el aroma. Algunos tomates, por ejemplo, saben mejor por su aroma y no por sus niveles de azúcar, y sugiero que tenemos una posición única para sacar partido de las lecciones como esta para crear e intensificar las personalidades de marca para nuestros productos”.
En conclusión, “tenemos que plantearnos el marketing como una disciplina y diseñar productos que cumplan las demandas y necesidades específicas. Creemos firmemente que debemos dejar de clasificar los desafíos del futuro como ‘A o B’, y, en vez de eso, comenzar a tratarlos como ambos, con mucho margen para las marcas individuales y para los movimientos de categorías universales. En última instancia, el marketing es lo que impulsará el consumo en el futuro y ayudará a volver a introducir las frutas y hortalizas en las mentes de los consumidores”, finalizó Silbermann.