Larry Keya, como muchos minifundistas, se aventuró en la agricultura de pepinos ingleses por la publicidad que estaban generando. Sin embargo, nunca se tomó su tiempo para comprender las condiciones de cultivo ni su gestión, y pagó las consecuencias. Las buenas prácticas agrícolas dictan que no se debe permitir que los pepinos se curven. Los de Keya lo hicieron y el producto final fueron cientos de kilos de productos enroscados.
Los mercados le dieron la espalda, por lo que perdió 400 kilos de pepinos. "Los agricultores miraban los productos y los rechazaban inmediatamente. Estaban tan enroscados que no podías ni imaginar que fueran pepinos", relata Keya.
Sin embargo, tuvo una idea original para hacer útil sus productos inutilizables: invirtió en una máquina de hacer helados y se puso manos a la obra.
Una vez Keya cosecha los pepinos, los corta en trozos pequeños, los bate y añade leche y miel para hacer sirope. El mismo proceso se repite con las sandías que compra Keya.
Después, mezcla una parte de sirope de pepino con otra parte de sirope de sandía y lo introduce en una máquina de hacer helados, que les da la forma deseada y homogeneiza el sirope. Tarda, de media, entre 30 y 45 minutos. Después, la solución ya está lista y se congela para hacer los helados.
Estos helados han tenido mucho éxito en Eldoret. Durante la temporada de calor, cuando hay mucha demanda, elabora entre 1.000 y 1.400 al día. "Los clientes varían de mayoristas, que los compran para envasarlos, a personas del mercado, a quienes cada vez les gustan más estos helados", concluye.