Fue necesario invertir en mejoras ambientales, uso racional de productos químicos, seguridad y calidad a las leyes laborales para que la producción agrícola reciba el certificado. El sello abarca las operaciones en las industrias de jugo y en terminal de exportación en el puerto de Santos de modo que se pueda garantizar la trazabilidad del producto del campo hasta llegar al consumidor final.
La demanda partió de cadenas de comidas rápidas en Europa que ven la iniciativa como oportunidad de mercado y, como efecto, dominó empujando a la industria de bebidas multinacionales para suministrar el producto con la etiqueta verde.
El Brasil exportó en 2011 cerca de US$ 1,8 billones en jugo de naranja, 70 por ciento para el mercado europeo, según el Ministerio de Industria y Comercio. Tres de cada cinco vasos consumidos en el mundo son de naranja brasileña, que exportan el 98 por ciento de la producción y dominan el 85 por ciento de las exportaciones mundiales de este producto. Son más de 1,2 millones de toneladas de jugo de naranjas concentrado por año.
Por otra parte, la empresa Cutrale, se prepara para la certificación de la segunda propiedad, la hacienda San Luis, ubicada en Sao Paulo (Brasil), donde produce entre 12 mil a 15 mil toneladas de jugo concentrado por año. “Items como el manejo del suelo, registro de reserva legal, inventario de fauna y flora y relación con los sindicatos rurales hacen parte de la agenda para la conquista del sello” afirma el director agrícola Valdir Guessi.
Entre otras medidas, la empresa precisó subsistir agrotóxicos. La iniciativa partió de una demanda a Cargil, que abastece de jugo de naranja a Mc”Donalds en Europa”. Fue necesario que, además de los campos de naranjos, también la fábrica de la Cutrale, situada en Araraquara en Sao Paulo, recibiese la aprobación. En el área industrial, la certificación exige cambios en los flujos de la producción para asegurar la separación entre el jugo común y el que fue extraído de las naranjas cosechadas en área certificadas.