“Además de que el mercado interno crece año a año, en 2014 hemos tenido un invierno bastante cálido y seco, lo que provocó un incremento en el consumo de fruta en el país. Normalmente, durante el invierno el consumo se reduce, lo que genera un stock que se almacena en frío. Este año no contamos con ese stock, por lo que muchos agricultores exportarán menos o atenderán solamente al mercado local”, explica Daniel Watanabe, director comercial de Labrunier, el productor y exportador de uvas más grande del país.
El mayor costo de producción de las uvas para exportación y las mayores exigencias que el mercado internacional presenta son otros factores que hacen todavía más atractivo el mercado interno.
“En uvas sin semilla, el área en producción para el mercado interno se ha reducido en los últimos años, por lo que podemos vender a un mejor precio. De todas formas, es muy difícil decir cuánto ha crecido el mercado, pero hemos podido incrementar los precios unos puntos por encima de la inflación”, explica Daniel.
Labrunier exporta aproximadamente el 35% de su producción y Watanabe aclara que, por más atractivo que se muestre el mercado interno, la empresa siempre prestará especial atención al mercado internacional.
“Somos el único productor del país con el sello Rainforest Alliance, esta certificación la alcanzamos gracias a nuestra alta productividad por hectárea y la sustentabilidad de nuestras plantaciones. Nuestro principal mercado es el europeo, donde trabajamos muy de cerca con supermercados que realmente se interesan en prácticas sustentables como Albert Heijn”, afirma.
Adaptación al cambio climático
Labrunier tiene actualmente más de cien variedades en proceso de prueba. La empresa cuenta con 880 hectáreas de las cuales 350 ya están cubiertas con las nuevas variedades. Uno de los objetivos es lograr uvas que se ajusten al cambio climático que la región ha sufrido en los últimos años.
“Thompson, Sugraone y Crimson, presentan baja productividad, alto costo de producción y eran muy sensibles al cambio climático. También necesitan de mucha mano de obra y, hoy en día, es muy difícil conseguir personal cualificado dispuesto a trabajar en el campo”, explica.
Algunas de las nuevas variedades de uva
En los campos que la empresa tiene en Petrolina, en el pasado se podían obtener dos cosechas al año, pero en los últimos tiempos la temporada de lluvias se adelantó un mes, con lo que se prolongó de octubre a abril, lo que hizo poco factible lograr cosechas en el primer semestre. Esto incentivó aún más la búsqueda de nuevas variedades.
“Con algunas de las nuevas variedades resistentes a la lluvia podemos volver a tener dos cosechas al año, eso significa que podemos tener una cosecha “más pequeña” en el primer semestre de 20 toneladas por hectárea y una de 25 toneladas a 30 toneladas en el segundo. Es un gran incremento en la productividad en comparación con la Thompson, la cual solo permitía una cosecha al año de 25 toneladas a 28 toneladas”.
La tendencia en estas variedades es lograr un mayor numero de racimos por planta, pero de menor tamaño, 300-500 gramos, el tamaño ideal para la comercialización en clamshells.
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Daniel Watanabe
LABRUNIER
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