"Las implicaciones globales podrían ser enormes", indica Qingyi Yu, profesora de Genómica Vegetal y Biología Molecular en el Centro de Investigación y de Extensión de la citada universidad. La producción mundial de alimentos debe duplicarse hasta 2050 para satisfacer la siempre creciente demanda, añade.
El proyecto ha requerido de un pequeño ejército de científicos: 70 investigadores de 25 organizaciones, entre ellas universidades en Estados Unidos, China, Australia, Francia, Reino Unido y Canadá. Han aportado conocimientos en genómica vegetal y bioquímica. Yu, quien obtuvo su doctorado en la Universidad de Hawái, aportó conocimientos sobre frutas y plantas tropicales, como la papaya, los árboles de caucho y la caña de azúcar.
Los científicos cartografiaron el genoma de la piña; su huella genética completa, que contiene toda la información genética para producir esta delicia tropical y ayudarla a crecer.
El equipo de Yu en la Universidad A&M de Texas se centró en cómo la piña usa la luz solar para producir alimento.
Los científicos descubrieron que las piñas, esos nativos puntiagudos de Sudamérica, comparten un antepasado con el arroz, el trigo, el maíz y otros cultivos que requieren un alto aporte de agua. Lo que se espera es que las piñas puedan enseñar a estas otras plantas algunas cosas sobre la conservación de agua, en especial en climas más cálidos y secos.
Fuente: dallasnews.com