Los precios de las piñas importadas en Alemania disminuyeron un 45% de 2002 a 2014, según el informe de Oxfam, lo que las ha convertido en un artículo asequible para los consumidores, al igual que las bananas, la fruta tropical más comprada en Alemania. Antes, ambos artículos eran caros, pero ahora son habituales y baratos. Al mismo tiempo, sus costes de producción han aumentado, y los proveedores de Ecuador y Costa Rica han tenido que encontrar maneras de compensarlos, por lo que, según el informe, se han recortado gastos a costa de la seguridad y el bienestar de los trabajadores.
A través de numerosas entrevistas con trabajadores y expertos de la industria a principios de 2016, los investigadores de Oxfam han descubierto que, a menudo, los trabajadores están expuestos a pesticidas perjudiciales para su salud, reciben un salario muy bajo que mantiene a sus familias en el umbral de la pobreza y trabajan en condiciones precarias. A través de su investigación, Oxfam ha descubierto que no hay sindicatos que los representen, lo que, según muchos trabajadores entrevistados, se debe a que temen las represalias por parte de los proveedores de frutas.
El informe hace énfasis en el papel que tienen los minoristas alemanes en esta situación, en la que los precios bajos para los consumidores solamente son posibles a raíz de las malas condiciones laborales que sufren los trabajadores de Costa Rica y Ecuador. Los cuatro mayores supermercados de Alemania controlan el 85% del mercado minorista de alimentación, y han utilizado su influencia para determinar el precio de las frutas importadas y para reducir sus precios de compra y venta al mismo tiempo que mantienen sus márgenes estables. Además, las frutas tienden a importarse cada vez más de forma directa, por lo que el informe sostiene que los supermercados alemanes tienen la capacidad y la responsabilidad de mejorar las condiciones de los trabajadores frutícolas de Latinoamérica.
Los supermercados deben garantizar que sus proveedores mantengan condiciones laborales humanas, utilicen prácticas agrícolas sostenibles y paguen un salario digno a sus trabajadores. Los minoristas son parcialmente responsables de la situación actual y tienen el poder para mejorarla, por lo que, según argumenta Oxfam, tienen la responsabilidad de actuar.