El veto se introdujo en agosto de 2014 como represalia a las sanciones que Occidente le impuso a Rusia a raíz de su anexión de la península de Crimea. Desde entonces, el país ha destruido cientos de toneladas de frutas y hortalizas, quesos y productos pecuarios.
Hasta el martes 9 de enero, se han destruido 19.000 toneladas de productos occidentales vetados, de acuerdo con lo que publica en su página web el organismo estatal de control de Agricultura ruso. Tan solo 278 toneladas de productos confiscados han permanecido intactos, añade el Rosselkhoznadzor.
La práctica de destrucción de alimentos se remonta a agosto de 2015, un mes después de que el presidente Vladimir Putin ordenara la destrucción física de frutas y hortalizas, lácteos, carne y otros productos agropecuarios importados a Rusia desde los países vetados.
El veto, ampliamente impopular por el recuerdo ruso de las hambrunas de la Segunda Guerra Mundial, se ha ampliado hasta finales de 2018.