A pesar de que su producción está muy atomizada, lo que dificulta en ocasiones su desarrollo empresarial, la apuesta por el modelo cooperativo puede ser un revulsivo para este sector, según varias fuentes.
Según el Anuario de Estadística Agraria (2015) en España hay unas 19.773 ha dedicadas a PAM, entre las que cabe mencionar 2.514 ha lavanda y lavandín; 1.747 ha de pimiento para pimentón; 3.594 ha de anís; 515 ha de lúpulo; 170 ha de azafrán; 76 ha achicoria; 67 ha regaliz; 46 ha de menta; 7 ha de comino y 11.037 de otras industriales (incluye sobre todo adormidera, para la farmacéutica).
De ellas, dos terceras partes en eco están en Castilla-La Mancha (casi 6.000 hectáreas), a la que siguen Aragón (1.029 ha), Murcia (870 ha) y Andalucía (527 ha), entre otras.
El mercado de las plantas aromáticas y medicinales tiene varias salidas, en función del producto final: plantas medicinales (herboristería); hierbas y especias (condimentos alimentarios); aceites esenciales (perfumería o cosmética); extractos (farmacéutico-medicinal y aditivos para la industria alimentaria); y material vegetal en fresco (agroalimentario).
“Es necesario formar a los productores” en aspectos muy diversos, “para que puedan ser suficientemente competitivos con producto de calidad”, según Eva Moré, del Grupo de Plantas Aromáticas y Medicinales del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC).
Así, apunta que desde el CTFC “coordinamos un proyecto europeo Erasmus+ para crear una formación específica de artesanos elaboradores de productos alimentarios con PAM (Herbartis)“, que sirvió para poner en contacto a diferentes emprendedores que “hoy en día aún colaboran y comparten información”.
La Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) acaba de impartir un curso sobre el manejo agroecológico de aromáticas y medicinales y Anipam realizará otro en septiembre sobre el cultivo sostenible de la lavanda e innovaciones en la agricultura de precisión.