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Un productor de banana australiano se beneficia de la sencillez de un sistema agrícola

Mientras muchos productores están buscando innovaciones de alta tecnología para mejorar sus métodos de cultivo, un productor de banana del norte de Queensland se ha beneficiado de la sencillez de un sistema de teleférico tradicional.

Peter Inderbitzen, de Swiss Farms, en Lakeland, en el norte de Queensland, explica a otros productores que copió la idea de Sudamérica, donde el volumen anual de Australia se produce en una semana. El sistema de transporte por cable funciona entre hileras únicas de plantas, lo que significa que los racimos no se tocan desde la cosecha hasta que llegan al almacén.

"Pensé que sería mejor ir allí y ver qué estaban haciendo los agricultores", comenta. "Cuando regresé, fue una decisión difícil, porque nadie lo estaba utilizando aquí, y nadie estaba a favor. Tenemos diferentes salarios, los nuestros son casi diez veces más altos, por lo que allí tienden a tener más trabajadores. No es algo que tenga que ver conmigo, es un sistema de Colombia, y lo hemos introducido".

Inderbitzen, anteriormente mecánico y productor de leche, hizo el cambio al cultivo de banana hace 33 años. Explica que otras ventajas incluyen que el cable está muy cerca y es fácilmente accesible para los cosechadores, y que se producen menos daños en el campo causados por tractores y maquinaria en días de lluvia.

Si bien el teleférico, que se estima que costó alrededor de 2.000 $ por hectárea, ha beneficiado en gran medida su negocio, admite que hay algunos factores que otros productores deben tener en cuenta al introducir un sistema similar.

"La desventaja del teleférico es que hay que volver a plantar", explica Inderbitzen. "El cable va entre una doble hilera por protección, para poder embolsar en ambos lados y no sea destruido por un tractor. Pero después de colocar este sistema y hacer todo según lo estaban haciendo allí, no es necesario volver a plantar. Eso me entusiasmó. Hemos vuelto a plantar la mitad de una finca, y continuamos haciéndolo a medida que necesitemos volver a hacerlo. Cabe decir que, a diferencia de otros en el sector, pudimos ganar algo de dinero cuando hubo un gran ciclón hace unos años, y reinvertimos ese dinero para mejorar las instalaciones de la finca. Saber que no tenemos que plantar tan a menudo también es genial. Llegamos a 1.800 plantas por hectárea, pero volvimos a 1.600".

Otra parte del negocio que ha entusiasmado a Inderbitzen es su compost Next-Gen, que ha sido una parte clave de su cultivo en los últimos 15 años, ayudándole a revolucionar su finca, ahorrar agua, ahorrar dinero y lograr mejores rendimientos. Instalando recicladores de Shark Recyclers cerca de Biboohra, solo hay que transportar lo que se usa a la finca y, a cambio, enviar los desechos de banana para el compostaje.

"El riego es crítico, pues de lo contrario, los cultivos se secan demasiado", expresa. "Producimos alrededor de 30.000 toneladas y, por cada 100 toneladas de compost, hay 1,6 toneladas de nitrógeno, 500 kilos de fósforo y 1 tonelada de potasio. El insumo principal es el residuo verde del ayuntamiento y los abonos de las zonas circundantes. El vertedero no es la respuesta, cuesta mucho dinero, y si pudiéramos trabajar hacia el residuo cero sería fantástico".

Inderbitzen agrega que también hay muchos factores ambientales, especialmente con ambos niveles del Gobierno enfocándose en la escorrentía de sedimentos de nutrientes, señalando que el compost contribuirá en gran medida a combatir ese problema.

"El compost en mi opinión es imprescindible", concluye Inderbitzen. "Hemos aumentado nuestra materia orgánica en un 7,4 por ciento; un 1,6 por ciento de materia orgánica equivale a un 1 por ciento de carbono orgánico. Eso significa un aumento del 4,8 por ciento. Cada aumento del 1 por ciento en carbono orgánico en nuestra tierra significa 140.000 litros adicionales de agua. Si podemos resolver ese problema, almacenaremos un extra de 644.000 litros de agua por hectárea, lo que puede no parecer mucho al principio, pero es sustancial. Como resultado hemos reducido el tiempo de riego de siete a cinco días. Por lo tanto, los dos aspectos importantes son que usamos un 60 por ciento menos de fertilizante químico y que hemos aumentado nuestro rendimiento. Al final, obtenemos una vida útil mejorada, una fruta con mejor sabor y una banana más saludable".

Fecha de publicación: