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El mercado hortícola europeo vive un momento de incertidumbre

El sector hortícola siciliano atraviesa actualmente un momento difícil, los problemas se acumulan y la luz al final del túnel parece estar muy lejos. Massimo Pavan, productor con una dilatada carrera en el sector de la zanahoria y el tomate, nos describe la situación.

Massimo Pavan

"Estamos registrando una contracción anómala del consumo. Normalmente, siempre hay un descenso en noviembre, lo que no suele preocuparnos, pero este año es diferente. Los consumidores han adoptado una actitud de espera, están preocupados por el coronavirus, sus trabajos y sus ingresos. En Italia, algunas regiones están más afectadas por la pandemia que otras, y esto está provocando una caída pronunciada de la demanda del canal horeca, que constituye un segmento significativo del mercado".

"También nos hemos dado cuenta de que España está pasando por un momento dramático con las cucurbitáceas, en particular los pepinos, y esto también está influyendo en nuestro mercado. Por cierto, esto no tiene nada que ver con la COVID. En las últimas semanas, el precio de los calabacines ha pasado de 2 euros a 25 céntimos el kilo, y los pepinos italianos tienen un precio de tan solo 10 céntimos el kilo, con producto sin vender. Recordemos que se trata de productos de invernadero óptimos que deberían tener un valor de venta superior al del coste para que quede un margen de ganancia para los productores. La situación de la berenjena tampoco es mejor, con precios fluctuantes y en ocasiones demasiado bajos, como la Violetta, que ha alcanzado los 30 céntimos el kilo".

"El único cultivo que tiene buenos precios es el tomate, pero solo porque es muy resistente al ToBRFV. Hay poca oferta, por lo que el precio es alto. Los tomates pera superan el umbral de los 3 euros el kilo. También los tomates cherry alcanzan precios altos de 2,30 euros el kilo".

"Al mismo tiempo, no es posible detener la entrada de mercancía desde el norte de África, lo cual baja las cotizaciones en los mercados europeos. Hemos estado observando este fenómeno con preocupación, pero nada ha cambiado; por el contrario, estamos presenciando un incremento incontrolado de los volúmenes. Los precios bajos ocultan algunos problemas que los productores europeos deben enfrentar, como la seguridad alimentaria, el respeto a los derechos de los trabajadores, unos salarios dignos, una menor contaminación ambiental y el uso de fitosanitarios autorizados por la comunidad europea".