En el último siglo, algunas empresas de todo el mundo han dedicado la ciencia a mejorar la calidad de la fruta mediante recubrimientos de permeabilidad controlada. Mejorar la apariencia, reducir la pérdida de agua y mantener la vida útil eran las principales preocupaciones del mercado. Desde entonces, el interés estético ha pasado a ser secundario.
"El diseño de los productos de recubrimiento está regulado por una lista bien definida de ingredientes permitidos en la Unión Europea y otros países. Xeda International ha utilizado esta lista para aprovechar los ingredientes esenciales para el desarrollo de un recubrimiento que tenga en cuenta los diferentes metabolismos de la fruta", explica Alberto Sardo, presidente de Xeda International.
Cada fruta tiene su propia evolución de conservación
Manzanas, melocotones, naranjas, aguacates y peras: cada fruta tiene una vida útil diferente. "Observamos que las sustancias que mantienen la firmeza de la fruta a lo largo del tiempo actúan como una barrera para la pérdida de peso en la fruta. El trabajo de las ceras de recubrimiento consiste en encontrar la correspondencia perfecta entre las diferentes combinaciones de sustancias, la formulación utilizada para producir el recubrimiento y la uniformidad de este. En general, los recubrimientos de cera natural y sintética son muy impermeables al agua y muy permeables al O2 y al CO2; mientras que los recubrimientos con un alto contenido de resina tienen una baja permeabilidad a los gases. La consecuencia es obvia: las manzanas con un metabolismo bajo pueden aceptar una cera con una alta concentración de resina. Esto contrasta con las naranjas y las peras, donde existe el riesgo de asfixia y, de ahí, la fermentación alcohólica. La fruta puede entonces tener mal sabor, lo que lleva a su destrucción".
Productos prohibidos en Europa, pero todavía presentes en el mercado
Según Alberto Sardo, la aparición de nuevos actores en el mercado del recubrimiento pone de manifiesto un claro desconocimiento de estos problemas. "Las frutas ya no se tratan en función de sus características, de sus metabolismos, sino en función de sus cualidades estéticas, a pesar del sabor, o con un único producto que sería bueno para todo. Por ejemplo, el alcohol polivinílico, prohibido en Europa, impide el suministro de O2, lo que puede provocar la asfixia de la fruta. A pesar de ello, este recubrimiento se ha ofrecido recientemente a los usuarios. Otros productos se proponen como soluciones milagrosas que no lo son, y a menudo su comercialización no respeta la legislación alimentaria europea, que exige que todos los ingredientes del producto final se enumeren por concentración decreciente. Nos encontramos ante aprendices de brujo que ponen en el mercado productos con un único objetivo comercial, y no en interés de los clientes que tienen problemas que resolver para ofrecer una mejor calidad. La humanidad, que ha pasado del mito a la ciencia, está pasando por esta visión de la ciencia al mito".
Un reto mundial: reducir el desperdicio de alimentos
Para proteger la fruta y reducir la pérdida de alimentos, es importante tener en cuenta no solo el metabolismo de la fruta, sino también el contexto de cultivo, la variedad, el almacenamiento, la madurez y el clima. "Xeda International, al igual que otras empresas responsables, utiliza la complejidad de la ciencia para servir a una causa que va más allá de la economía de mercado: ayudar a reducir el desperdicio de alimentos y contribuir así a la nutrición de una población creciente. A menudo, los productos de recubrimiento se combinan con tratamientos que pueden eliminar las pérdidas de origen fúngico, bacteriano o fisiológico. Estas combinaciones pueden aplicarse por separado o mezclarse directamente con los productos de recubrimiento".
"El planteamiento es tanto más interesante cuanto que la agricultura representa más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre el 30 y el 40% de los alimentos se pierden desde la cosecha hasta el consumo. La transformación de la fruta respetando su estado, y reduciendo así las pérdidas a la mitad, permitiría reducir la superficie cultivable en al menos un 15%. Esta reducción de los cultivos se manifiesta en una ganancia de diversos tratamientos para los agricultores, la posibilidad de reducir el estado de hambruna en ciertas poblaciones, tener una tierra de cultivo más sana y, en consecuencia, una disminución de los gases de efecto invernadero. Esto puede lograrse mediante el uso de un tratamiento de protección fisiológica adecuado (recubrimiento) junto con un tratamiento fungicida, bactericida, antioxidante o germicida".
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