La evolución sin precedentes de los precios de la energía ha puesto el futuro de las conservas vegetales holandesas en entredicho. La VIGEF (Asociación de Transformadores de Frutas y Hortalizas de los Países Bajos) está preocupada porque la industria neerlandesa de la transformación de frutas y hortalizas se enfrenta a una fuerte competencia de los países de nuestro entorno. Por ello, la VIGEF ha dado la voz de alarma y pide al Gobierno que establezca un tope de precios o una compensación de los costes energéticos para las pymes y las grandes empresas del sector de la transformación de frutas y hortalizas. Es importante adoptar una medida en consonancia con las de otros países de nuestro entorno para asegurar la supervivencia de esta industria y de la cadena, así como para mantener asequibles y disponibles los alimentos sanos de origen holandés.
"Hace un año, los costes de la energía para uso propio suponían alrededor del 5% de los costes totales de las conserveras. Ahora representan del 25 al 35%. Por tanto, la factura energética de algunas conserveras se ha multiplicado por diez. El gas se utiliza para preparar las hortalizas frescas, que son sobre todo de origen holandés, para su procesamiento", dice un representante de VIGEF.
"Durante la temporada de cosecha, las verduras y frutas se sacan de la tierra y, simplemente calentándolas, se prolonga su vida útil sin añadir conservantes. Eso contribuye a reducir el desperdicio de alimentos. Además, así todo el mundo tiene la oportunidad de comer verduras sanas, locales y de temporada durante todo el año, y los productos no tienen que venir en avión desde muy lejos".
El aumento de los costes energéticos afecta también a los precios del vidrio y las latas. Se trata de materiales de envasado esenciales para los alimentos en conserva. Estos precios se han disparado más de un 35% de media. Además, las propias hortalizas se han encarecido debido, por ejemplo, a que tienen que competir con cultivos como el cereal –que se cultiva en grandes cantidades en Ucrania y al aumento de los precios de los fertilizantes.
Difícil transferir los costes
Las empresas conserveras ya no son capaces de asumir estos costes. El sector no tiene más remedio que transferir este enorme aumento de costes a la cadena. Esto no es deseable, porque hará que sea más caro para la gente seguir comiendo de forma saludable. Los países vecinos están llevando a cabo planes para compensar a los productores y amortiguar la subida de los costes energéticos. Esto crea condiciones desiguales para la competencia y pone en peligro la viabilidad futura de la industria de transformación de frutas y hortalizas y empresas relacionadas, así como la de los productores.
Los objetivos de sostenibilidad siguen vigentes
En virtud de un acuerdo plurianual (MYA), el sector ya ha ahorrado un 23,7% de energía desde 2005 hasta 2020 mediante mejoras en los procesos. Eso no incluye el ahorro de energía del anterior AMP de principios de los 90. "El objetivo es ser más sostenibles. Pero para acelerar la sostenibilidad, las empresas, al igual que los consumidores, deben tener poder adquisitivo y perspectiva", concluye el portavoz de la VIGEF.