Pese al restrictivo marco legislativo de la UE, ahora en revisión, España se esfuerza por no quedarse atrás en la revolución científica que está suponiendo el desarrollo de las nuevas técnicas de edición genética. Uno de los campos emergentes en este terreno es el desarrollo de biofactorías para obtener, a partir de plantas, nuevas moléculas para, entre otros usos, el agrario.
Obtener estas proteínas o metabolitos de alto valor de los vegetales y no, como hasta ahora, a partir de la ‘reprogramación’ de bacterias, en levaduras o sistemas de biofermentación, será clave para avanzar hacia una mayor sostenibilidad. De hecho, las plantas suponen el 81% de la biomasa del planeta y por ello la obtención de tales moléculas a partir de ellas es un proceso más barato, más rápido y que permite una escalabilidad en la producción mayor. “España se encuentra muy bien situada en la investigación para el desarrollo de biofactorías. Se ha logrado atraer la inversión de multinacionales para grandes proyectos y contamos con un ecosistema de starts-ups con gran potencial”, explicó Diego Orzáez investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP, centro mixto de investigación del CSIC y de la Universitat Politècnica de València) en la inauguración de las jornadas Biotech organizadas por Biovegen en el transcurso de la feria Fruit Attraction.
Biovegen, la plataforma que se dedica a conectar la investigación en biotecnología con la empresa, quiso poner el acento en cómo el recurso al CRISPR-Cas-9 está permitiendo dar el salto hacia soluciones más sostenibles, facilitando la consolidación a medio plazo de una nueva industria agraria de vanguardia.
Un buen ejemplo de ello han sido los destacados resultados del proyecto europeo Newcotiana, que han logrado atraer al gigante biotecnológico germano NOMAD Bioscience, que ya prueba en Extremadura un edulcorante 11.000 veces más dulce que el azúcar.
En ‘La Mayora’ (centro vinculado al CSIC y a la Universidad de Málaga) se trabaja en la mejora de la fresa para “reducir el reblandecimiento y alargar su vida de postcosecha a través del control de la maduración y para incrementar la tolerancia a patógenos fúngicos”.
Mejora del suelo
La biotecnología también trabaja para adaptarse al cambio climático actuando sobre la calidad del suelo y mejorando la respuesta al estrés abiótico causado por los periodos de sequía. En este sentido, el trabajo expuesto por el director general de Algaenergy, Carlos Rodríguez-Villa, fue ilustrativo de cómo la nueva generación de bioestimulantes a partir de microalgas puede contribuir a la agricultura regenerativa.
Trabajando también para medir la biodiversidad del suelo, se expuso otro proyecto disruptivo, el de la empresa de agrotecnología española Biome Makers.