Si bien el consumo de cítricos depende mucho del frío, las ventas de las primeras clementinas italianas que llegan a los lineales estos días parecen satisfactorias.
Luca Zuccarella, director comercial de la cooperativa homónima de la provincia de Matera que comercializa cítricos y fresas durante buena parte del año, comenta el estreno de la nueva temporada.
"No podemos quejarnos, teniendo en cuenta que las temperaturas todavía son muy suaves. Sin duda, las ventas van mejor que hace 12 meses. La demanda es buena, incluso por parte de los clientes del centro y el sur del país, donde el otoño tarda en llegar. Comenzamos a suministrar nuestras clementinas a principios de la semana pasada en algunos supermercados y mercados mayoristas. El jueves pasado, por ejemplo, fue el turno del mercado mayorista de Turín. Los volúmenes son obviamente limitados en este momento. Estamos hablando de 15 toneladas/día que salen del almacén".
Para la cooperativa, la temporada citrícola se inauguró con un retraso de al menos 10 días respecto a 2022. Y es que el calor anómalo no permite que la fruta obtenga el color ideal. Lo que falta es el amplio rango de temperaturas entre el día y la noche. "Estamos cosechando y comercializando las variedades tempranas Corsica 2 SRA 89, y luego continuaremos con las de media estación. Este año hemos excluido de nuestro catálogo algunas variedades extratempranas, que en el pasado contribuyeron a desestabilizar el mercado, en parte por el alto porcentaje de frutas secas. Este año nos habríamos encontrado con el mismo problema, teniendo en cuenta el calor y la sequía de los últimos meses. Esperamos que pronto se produzca una bajada de las temperaturas, útil no solo para garantizar una coloración adecuada de la fruta y un aumento de los volúmenes, sino también estimular el consumo".
Sin embargo, la principal incógnita sigue siendo el alto nivel de los costes de producción y procesamiento para las empresas. "Lo que nos asusta no es el aumento de los precios que pagamos a los proveedores, sino los costes tras la cosecha, que han aumentado entre 0,30 y 0,50 €/kg en comparación con el período prepandemia. ¿A qué precio las empresas deberían vender la fruta? Y si consideramos las distintas fases (y aumentos de precios) a lo largo de toda la cadena de suministro, ¿a cuánto deberían entonces los consumidores comprar los productos? ¿Y durante cuánto tiempo estarán dispuestos a pagar más por ellos, dada la reducción de su poder adquisitivo?", pregunta Zuccarella.
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