Científicos de la Universidad de Bristol han desentrañado el misterio detrás del color azul de los arándanos, que no se debe al pigmento de la fruta, sino a unas diminutas estructuras cristalinas dentro de la capa de cera de las bayas que reflejan la luz de tal manera que crea un matiz azul. Este fenómeno también se da en otros alimentos azules como las endrinas, los arañones y las bayas de enebro. El equipo logró replicar estos cristales con el objetivo de desarrollar un pigmento colorante potencialmente comestible y seguro para el medio ambiente.
Este pigmento podría imitar los beneficios de la capa cerosa, como la protección contra la humedad y propiedades autolimpiantes. El descubrimiento arroja luz sobre las complejas interacciones entre las estructuras de las plantas y la luz, y ofrece perspectivas sobre posibles aplicaciones en colorantes alimentarios y ciencia de materiales.