Cuando a principios de este siglo muchos pequeños productores de bananos de la provincia peruana de Sullana, a veces con plantaciones cuya superficie no superaba la hectárea, luchaban por recibir en mano el importe total acordado de las ventas de sus producciones, quedaba claro que faltaba integración y organización para poder hacer fuerza ante los mercados. En este contexto nació en el año 2003 la cooperativa APPBOSA, en aquel entonces con 96 asociados, que consiguió además al año siguiente la certificación de comercio justo, con la que las perspectivas de una remuneración digna por el trabajo hecho mejoraron de un día para otro.
Parte del equipo directivo de APPBOSA (de izquierda a derecha): Ermitaño Socola (vocal del consejo de administración), Marcia Herrera (responsable de certificaciones), Flor de María Alvarado (secretaria de actas), Valentín Ruiz (presidente) y Percy Arnaldo Ordinola (vicepresidente).
"Hoy en día somos 556 asociados, que entre todos poseemos aproximadamente 700 hectáreas de cultivo de bananos. El límite establecido para formar parte de la cooperativa es de 5 hectáreas de propiedad, pero muchos de los asociados solo disponen de media hectárea o incluso menos", comenta Valentín Ruiz Delgado, presidente de APPBOSA.
Desde el aire se ve claramente que Piura es una zona desértica. El aire seco tiene la gran ventaja de que la presión de enfermedades es muy baja.
Estabilidad para el pequeño agricultor
La cooperativa, que solo trabaja bananos orgánicos, les ofrece a sus asociados estabilidad al asegurar el acceso al mercado internacional y un precio estable durante todo el año, además de un dólar por caja de bananos extra garantizado por la certificación de comercio justo, de acuerdo con Aingeru García, gerente de la cooperativa. "Actualmente y durante la última década hemos tenido el precio de mercado más alto aquí en Perú para el productor".
Los canales de riego han sido construidos con la ayuda de financiación desde el extranjero.
"En el 2005, gracias también a la presencia de la cooperativa, llegó la luz a esta zona, hay un sistema de agua potable al que ahora tiene acceso parte de la población que antes no se tenía, se han mejorado los caminos, y sobre todo a nivel de productor, se han mejorado las condiciones de vida, no solo por la estabilidad del negocio, sino también por el acceso a varios servicios de salud y ayudas a la educación de los niños", comparte Marcia Herrera Reto, jefa de certificación.
La estación de empaque se ubica en medio de las plantaciones. La mayoría de los productores tienen una superficie plantada de 0,5 a 2 hectáreas y se ganan la vida razonablemente bien con ella.
La rentabilidad del banano ha bajado en estos últimos años
"Si bien durante muchos años nos ha ido bastante bien, ya que las familias podían vivir del sueldo que daban las plantaciones, el aumento de los costes de los insumos, no solo a nivel de cultivo, sino también en el proceso de la cosecha y el empaque, desde que estalló la pandemia de coronavirus y la guerra en Europa, hace que algunas de estas microempresas estén desapareciendo", explica la jefa de certificación, quien añade que, debido al descenso de la rentabilidad del banano en los últimos años, la cooperativa está sopesando la posibilidad de diversificar el negocio con otros cultivos. "A corto plazo, sin embargo, estamos trabajando intensamente para recuperar nuestros niveles productivos, ya que ahora, por factores climáticos como el ciclón Yaku y El Niño costero, hemos bajado de las 1.600-1.700 cajas por hectárea a 1.300 cajas".
Los mercados de destino son los EE. UU., Canadá, Corea del Sur y casi todos los países de Europa occidental, a los que la cooperativa envía un producto de calidad homogénea gracias a las instrucciones en cuestión de manejo agronómico que el equipo técnico les proporciona a todos los asociados, además de al empaque uniforme del que se encarga APPBOSA.
"Actualmente hay más oferta que demanda en el mercado internacional"
Con el objetivo de conseguir mejores precios en el mercado internacional, la cooperativa intenta diferenciarse con una marca propia y la certificación con el símbolo de los pequeños productores, de acuerdo con Aingeru García. "Pero la verdad es que en estos momentos está bien complicado conseguir un aumento de los precios. Si bien años atrás Fairtrade englobaba gran parte de la demanda, por lo que cuando alguien venía aquí a comprar banano orgánico, tenía que pagar el mismo precio que se pagaba por el que estaba certificado con comercio justo, en estos momentos el precio del producto orgánico está por debajo del precio de comercio justo. Nuestra prioridad es vender todo como comercio justo para no tener que vender algunos contenedores como solo orgánico a un precio más bajo".
A petición de los clientes, los racimos se proveen de una banda con la información deseada.
Y es que, si antes había un diferencial de precio pronunciado entre la producción convencional y orgánica, ahora el diferencial se produce entre orgánico y la oferta de comercio justo. "Además, si años atrás vendíamos a un precio más alto que el mínimo de comercio justo, actualmente hay más oferta que demanda, y todos estamos vendiendo al precio mínimo. En estos momentos, hay una corriente en todos los países de América Latina de que el precio por el banano, sea convencional u orgánica, tenga que subir, ya que las cotizaciones están bajando a niveles insostenibles", concluye el gerente de la cooperativa.
Para más información:
Valentín Ruiz Delgado (presidente)
APPBOSA
Sector Nueva Esperanza S/N, Samán
Sullana, Piura (Perú)
Tel.: +51 945040766
[email protected]
www.appbosa.com.pe
