Una reciente investigación dirigida por Fabiany Herrera, conservador adjunto de paleobotánica del Museo Field de Chicago, ha revelado una nueva forma de entender el camino recorrido por la uva hasta convertirse en una fruta reconocida mundialmente. El estudio documenta la identificación de nueve nuevas especies fósiles de uva, algunas de las cuales datan de hace 60 millones de años, descubiertas en Colombia, Panamá y Perú. Entre ellas, una semilla de Perú es la especie de uva más antigua conocida en el hemisferio occidental.
Herrera comenta: "Estas son las uvas más antiguas jamás encontradas en esta parte del mundo, y son unos cuantos millones de años más jóvenes que las más antiguas encontradas al otro lado del planeta". Explica además la importancia de este descubrimiento para ilustrar la expansión de las uvas tras la extinción de los dinosaurios. La investigación sugiere que la ausencia de dinosaurios dio lugar a bosques más densos, creando un entorno ideal para que prosperaran las vides, sobre todo en Sudamérica.
Mónica Carvalho, coautora del estudio y conservadora adjunta del Museo de Paleontología de la Universidad de Michigan, destaca cómo los dinosaurios mantuvieron en su día bosques más abiertos, que cambiaron tras su extinción. Este cambio permitió el aumento de plantas trepadoras, como la vid. Además, la diversificación de aves y mamíferos puede haber contribuido a la propagación de las semillas de uva.
La búsqueda de fósiles de uva sudamericanos llevó a Herrera y Carvalho a un importante hallazgo en los Andes colombianos en 2022: un fósil de uva de 60 millones de años de antigüedad llamado Lithouva susmanii, en honor a las contribuciones de Arthur T. Susman a la paleobotánica sudamericana. Este descubrimiento no solo es el primer fósil de uva sudamericano, sino que también apoya la teoría del origen sudamericano del género Vitis, según el coautor Gregory Stull, del Museo Nacional de Historia Natural.
Fuente: earth.com