Aunque el tiempo puede resultar duro para algunos productos de verano, tanto en términos de consumo como de producción, puede ser bastante favorable para otras hortalizas. Es el caso de los nabos, hortaliza comercializada por Marché de Phalempin, cooperativa de productores de 230 socios de la región de Alta Francia. "Producimos 50.000 toneladas de hortalizas al año, la mitad de las cuales son endibias. Son los productores los que mantienen su sector y los que se han organizado para tener más peso en cuanto al comercio. Es una herramienta que han creado y que les pertenece por completo", explica Marie-Amélie Decherf, directora de comunicación y marketing de Marché de Phalempin. Aunque la cooperativa se creó inicialmente en torno a la endibia, desde entonces se ha diversificado hacia una amplia gama de hortalizas y frutas. "Producimos coliflores, zanahorias, puerros, cebollas, coles, calabazas, lechugas biológicas, manzanas y peras, así como fresas, ruibarbos y nabos, de los que vendemos 1.500 toneladas al año", explica Camille Declerck, responsable de cultivos hortícolas de Marché de Phalempin.
Buenos rendimientos que se venden bien
La cooperativa cuenta con cuatro productores de nabos, entre ellos Sylvain, que los cultiva actualmente: "Empezamos a sembrar en febrero y seguimos hasta finales de agosto, y la cosecha empezó a mediados de mayo y continúa hasta mediados de febrero". Así pues, la producción dura prácticamente todo el año. Aunque la mayor parte de la cosecha se recolecta en septiembre/octubre, para seguir el ritmo del consumo, que aumenta a medida que se acerca el otoño, el mercado del nabo es actualmente bastante dinámico: "El tiempo ha sido favorable para el cultivo, por lo que hemos tenido buenos rendimientos y el consumo ha seguido el mismo camino. Así que no tenemos nada de lo que quejarnos este año, porque el tiempo también nos ha ayudado a vender".
En cuanto a los precios, como todas las cuencas de producción han estado activas, no ha habido escasez y los precios se han mantenido bastante estables: "Con todo, hemos notado una tendencia a la baja desde hace unos quince días, ya que el tiempo ha mejorado", explica Sylvain.
Un cultivo que necesita mucha mano de obra
Según Marie-Amélie Decherf, es muy importante que la remuneración de los cultivadores no descienda por debajo de un determinado umbral, para que siga siendo coherente con el trabajo que realizan los productores. "Los nabos son una hortaliza que requiere mucha mano de obra. Esto es especialmente cierto en el caso de los nabos planos, que se cosechan a mano. Para hacer frente a las plagas utilizando el menor número posible de productos fitosanitarios, cubrimos los nabos desde el primer día hasta el último para limitar los ataques de moscas y otros insectos".
"Para la cosecha (entonces, en función de los pedidos recibidos la víspera), desenterramos los nabos por la mañana y los llevamos a la nave para cortarlos, quitarles las raíces y los tallos, lavarlos, clasificarlos y envasarlos por la tarde en función de los pedidos", explica Sylvain.
Garantizar la frescura del producto
La cooperativa hace todo lo posible para garantizar la máxima frescura a sus clientes, con un sistema logístico optimizado. "Entre la cosecha del nabo y su llegada a los lineales pueden transcurrir 24 horas. Tenemos un sistema de recogida con un camión que recorre las explotaciones por la mañana, para que el agricultor no tenga que desplazarse. Los nabos se entregan a una veintena de preparadores de pedidos. Al mismo tiempo, mientras los cultivadores envasan, los comerciales venden. El objetivo es trabajar justo a tiempo para responder lo mejor posible a las necesidades del mercado y garantizar a los clientes una frescura óptima".
Los nabos que comercializa Marché de Phalempin están disponibles en los calibres 40/60 y 60/80 y envasados en mallas de 1 kg o a granel en 5 kg. Las frutas y hortalizas de Marché de Phalempin se comercializan mediante agencias de ventas como Prymex y Santerleg.
Para más información:
Marie-Amélie Decherf
Marché de Phalempin
[email protected]