En el mundo de las exportaciones de frutas y hortalizas, las certificaciones se han convertido en un requisito fundamental para acceder a mercados internacionales. Arno van der Maden, fundador de N&S del Trópico, ha estado a la vanguardia en este ámbito, asesorando a productores y exportadores en Latinoamérica desde 2003. Su empresa, con sede en Costa Rica, se especializa en ayudar a los productores a cumplir con las exigentes normativas de mercados como Europa y Estados Unidos.
Según Arno, el proceso de certificación no solo es una puerta de entrada a los mercados extranjeros, sino también una herramienta para organizar y estructurar mejor las operaciones de las empresas agrícolas. "Inicialmente, vimos que un sistema como GLOBALG.A.P. ayudaba a estructurar las empresas, generando un valor agregado para los productores", comenta. Sin embargo, reconoce que el panorama ha cambiado, y ahora los productores enfrentan una creciente cantidad de normas, algunas de las cuales pueden parecer excesivas o innecesarias.
Las certificaciones, que incluyen desde GLOBALG.A.P hasta estándares más específicos como SMETA-ETI, GRASP y LEAF, son requisitos ineludibles para mantener relaciones comerciales con grandes supermercados en el Reino Unido y países en la Unión Europea. "El Reino Unido es particularmente exigente, con supermercados que tienen sus propios estándares además de los requisitos internacionales", señala Arno. Esta complejidad exige que los productores inviertan no solo en la certificación misma, sino también en la implementación de sistemas robustos que puedan soportar múltiples auditorías.
El costo asociado con la obtención y mantenimiento de estas certificaciones es significativo. "No solo es costoso traer un auditor, sino que también hay un costo de implementación que implica cambios en los sistemas y en las instalaciones de las empresas", explica Arno. A pesar de estos desafíos, la certificación es vista como una inversión necesaria para garantizar la calidad y la seguridad de los productos exportados.
En Costa Rica, los productores han adoptado bien estas certificaciones, lo que ha ayudado a posicionar al país en el mercado internacional. Sin embargo, Arno destaca que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por apoyar a ciertos sectores, la responsabilidad de obtener las certificaciones recae principalmente en los productores y exportadores. "Cada uno busca por su cuenta mejorar y cumplir con las normas", afirma.
En cuanto al futuro, Arno ve una posible saturación en el panorama de las certificaciones y aboga por una simplificación de los procesos. "Espero que las normas sean más prácticas y que los procesos de certificación se simplifiquen", dice. Además, enfatiza la importancia de que las certificaciones no se conviertan en meros trámites burocráticos, sino que realmente aporten valor a los productores.
Aunque las certificaciones representan un desafío en términos de costo y esfuerzo, son una herramienta indispensable para acceder a mercados internacionales y mantener relaciones comerciales sólidas. Con el apoyo adecuado y un enfoque en la simplificación, los productores de frutas y hortalizas en Latinoamérica pueden continuar prosperando en el competitivo mercado global.
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Costa Rica
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