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Las tomateras espaciales ocupan menos espacio y dan más frutos

Se calcula que los primeros tomates cultivados en el espacio se cosecharán a principios o mediados de 2025. "Actualmente estamos ultimando nuestro plan de desarrollo del experimento con la NASA", explica la doctora Martha L. Orozco-Cárdenas, directora del Centro de Investigación de Transformación de Plantas de la Universidad de California en Riverside.

"Nuestro objetivo es lanzar los tomates durante la Advanced Plant Habitat Mission 08 (APH08)", afirma Orozco-Cárdenas, que colaboró con el profesor asociado Robert Jinkerson en el desarrollo del tomate.

Después de la lechuga romana, el tomate es la segunda hortaliza cultivada en el espacio. La lechuga romana se cultivó en la Estación Espacial Internacional (EEI) en 2015 como parte del experimento Veggie de la NASA.


Martha Orozco-Cárdenas sostiene una planta de tomate en flor en el laboratorio. Foto: David Danelski.

Beneficios del tomate en el espacio
Desde hace más de cinco años, la UCR trabaja en el desarrollo de una variedad de tomate apta para ser cultivada en el espacio. "Tener tomates en el espacio es extremadamente valioso", asegura Orozco-Cárdenas. "Son muy ricos en nutrientes esenciales, lo que los convierte en una excelente opción para mantener una dieta saludable. Además, los tomates ofrecen beneficios psicológicos al mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés a través de la experiencia sensorial de alimentos frescos y sabrosos, proporcionando comodidad y una sensación de normalidad en entornos aislados como el espacio".

Además, los tomates son un organismo modelo crucial en la investigación científica debido a su genoma bien caracterizado, que los hace ideales para estudiar la expresión génica bajo la gravedad terrestre y la microgravedad. "También se prestan a técnicas de edición genética como CRISPR-Cas9, como demuestran los resultados observados en nuestros tomates espaciales". Estos avances contribuyen significativamente a la mejora de los cultivos y a la investigación más amplia de la biología vegetal.


Planta con tomates espaciales maduros. Foto: Stan Lim.

Rasgos de los tomates espaciales
En comparación con sus homólogas de tipo silvestre, las plantas de tomate aptas para el espacio son más bajas, pero producen el mismo rendimiento de frutos, con menos variabilidad en el tamaño de estos. En otras palabras, hay un menor crecimiento vegetativo verde y un mayor énfasis en la producción constante de frutos comestibles. "Merece la pena seguir investigando estos rasgos para favorecer una nueva ola de agricultura centrada en maximizar el espacio de crecimiento, especialmente a medida que disminuyen las tierras cultivables de la Tierra y se intensifican los impactos del cambio climático", comenta Orozco-Cardena.

"Las variedades de tomate en rama plantean importantes retos para la agricultura vertical de interior debido a su crecimiento rebelde, el alto nivel de intervención necesario (como la poda) y sus importantes demandas de espacio vertical", añade. En consecuencia, el sector está orientándose hacia el desarrollo de plantas más pequeñas que produzcan más fruta y ocupen menos espacio. El tiempo que transcurre entre la plantación y la cosecha es similar al de un tomate normal, pero ocasionalmente los investigadores observan un tiempo de floración más rápido en los tomates espaciales.


El profesor asociado Robert Jinkerson muestra tomates espaciales en el invernadero. Foto: Stan Lim.

Setas
Además de tomates, el equipo de la UC Riverside también trabaja en el desarrollo de un sistema para cultivar setas comestibles en el espacio. Este verano, bajo la dirección del profesor asociado Jinkerson, el equipo ganó 250.000 dólares para su investigación al quedar finalista en el Deep Space Food Challenge de la NASA. Se trata de una competición internacional que comenzó con unos 200 equipos de científicos para desarrollar sistemas de producción de alimentos en la Estación Espacial Internacional. La tecnología propuesta estaba limitada a dos metros cúbicos y no podía utilizar más de 1.500 vatios de electricidad. Se calcula que el sistema generaría unas 4.000 calorías al día.

Haz clic aquí para obtener más información.

Para más información:
Dra. Martha L. Orozco-Cárdenas
UC Riverside
[email protected]

David Danelski
[email protected]
www.ucr.edu