Jeroen de Ridder, agricultor afiliado a Coöperatie Hoogstraten, tiene un largo recorrido en el cultivo de calabazas, que comenzó cuando, con ocho años, ya cultivaba casi 100 tipos de calabazas. Hoy, Jeroen cultiva unas 15 variedades en una impresionante superficie de 70 hectáreas en Bélgica.
Hokkaido es la principal, con algo más de 40 hectáreas. Jeroen cultiva calabaza Butternut en la mitad de la superficie restante y, en aproximadamente una hectárea cada una, diversos cultivos más pequeños como calabazas espagueti, Kabocha, calabazas grises, tres variedades de "calabazas de microondas" (pequeños frutos de hasta 10 cm de diámetro que se pueden preparar perfectamente en el microondas) y calabazas Turbante. Aunque decorativas, estas calabazas son totalmente comestibles.
Jeroen cosecha una media de 25 a 30 toneladas de calabaza Butternut por hectárea; 20-25 toneladas de Hokkaido, y de las calabazas Kabocha verde y gris, unas 20 toneladas. "Considerando los kilos vendibles, tras el almacenamiento, la Kabocha y la calabaza gris superan a la Hokkaido. Aparte de eso, todas pesan, como mucho, 2 kg, ideal para el tamaño de los hogares de hoy en día", comenta..
Jeroen destaca la versatilidad de la calabaza en la cocina, que va más allá de la sopa tradicional, y también ve oportunidades en la promoción de variedades menos conocidas, como las calabazas verdes y grises, que tienen mejor sabor. Y a pesar de la competencia de las importaciones, principalmente de los Países Bajos y Sudáfrica, la demanda de calabazas nacionales sigue aumentando.
Esto se debe en parte a que la gran distribución y los consumidores belgas prefieren cada vez más los productos locales. Jeroen es optimista sobre las posibilidades de ampliar su superficie, sobre todo de calabaza Butternut, cuya demanda supera la oferta local. Destaca la importancia de la colaboración a largo plazo con los clientes para garantizar las ventas y unos precios estables independientemente de las fluctuaciones del mercado.
Hay margen para más producto nacional
Las necesidades de los compradores habituales determinan en primer lugar cómo divide su superficie el especialista en calabazas. "Si hay una gran producción de Hokkaido, hay mucha presión en el mercado belga por parte de los Países Bajos y otros países productores. En cuanto a la calabaza Butternut, podríamos añadir fácilmente 20 hectáreas. Normalmente se nos acaban en la tercera semana de enero, pero podríamos continuar. La demanda minorista de productos locales aumenta cada año, sobre todo si nuestro precio se acerca al de las importaciones sudafricanas, que aparecen en el mercado europeo en febrero".
La familia De Ridder.
Además, cuando el mercado alemán se vacía, aumenta la demanda de calabazas belgas. "Los precios pueden subir a veces 0,20 euros en una sola semana. Pero prefiero los acuerdos fijos con las ventas aquí en Bélgica. Las buenas relaciones a largo plazo con los clientes ofrecen la ventaja de la estabilidad de ventas y precios. No te beneficias de los valores atípicos positivos de los precios, pero tampoco sufres profundas caídas", concluye Jeroen.
Para más información:
Coöperatie Hoogstraten
Loenhoutseweg 59
2320 Hoogstraten, Bélgica
Tel.: +32 33 40 02 11
[email protected]
www.hoogstraten.eu