Desde el 1 de octubre de 2024, los puertos de la costa este y el Golfo de Estados Unidos se encuentran paralizados debido a una huelga liderada por la Asociación Internacional de Estibadores (ILA). Esta huelga afecta a puertos claves como Filadelfia, Houston, Miami, Nueva York y otros que son vitales para el comercio entre Latinoamérica, Europa y Asia.
Iván Guerrero Yarín, gerente marítimo de New Transport S.A., explica que "los trabajadores están exigiendo un aumento salarial y se oponen a la automatización de los procesos portuarios, que podría reducir considerablemente el número de empleos. Además, solicitan una mayor participación en las ganancias de las empresas navieras, quienes han registrado beneficios récord desde la pandemia".
Guerrero señala que, si bien existe esperanza de una resolución en el corto plazo, el impacto ya se está sintiendo. "La cadena de suministro de alimentos en Estados Unidos se está viendo gravemente afectada", comenta. "Productos como frutas, verduras y hortalizas, cuya importación depende de estos puertos, se enfrentan a retrasos considerables y un incremento en los costos". Las empresas exportadoras están recurriendo al transporte aéreo, lo que incrementa los precios de productos frescos, como los arándanos y el espárrago, productos que suelen transportarse desde países como Perú y Chile.
"Los exportadores también están buscando rutas alternativas, como el uso de puertos en Canadá, desde donde se transportan los productos por tierra hacia Estados Unidos. Sin embargo, esta opción implica costos adicionales y complicaciones logísticas, incluyendo la necesidad de cumplir con estrictos protocolos sanitarios", señala Guerrero.
Guerrero también advierte sobre las repercusiones a largo plazo si la huelga se extiende. "Si la huelga dura una semana, el proceso de descongestión de los puertos tomará al menos un mes. Si dura más tiempo, las consecuencias serán aún más graves". Además, menciona que la falta de contenedores vacíos afectará tanto las importaciones como las exportaciones, complicando aún más el panorama global.
"Las navieras ya han comenzado a anunciar aumentos en las tarifas debido a la crisis, con algunos fletes incrementándose entre $1.000 y $2.000. Este escenario no solo afecta a la industria de alimentos, sino también a otros sectores, como el automotriz, textil y de construcción, que dependen de insumos importados. La situación es complicada por la falta de intervención del Gobierno, que parece estar evitando tomar medidas en un año electoral. Es un momento coyuntural. Nadie quiere intervenir antes de las elecciones", añade Guerrero.
Mientras la industria espera una resolución pronta, las empresas exportadoras están ajustando sus estrategias para mitigar el impacto. "Se están utilizando navieras con puertos privados y evaluando opciones de transporte aéreo para productos perecederos que no pueden soportar largas demoras en los puertos", concluye Guerrero.
Para más información:
Iván Guerrero Yarin (gerente marítimo)
New Transport S.A.
Perú
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