La guerra que se cernía sobre Líbano es ya una realidad. El sur del país, y su capital, Beirut, son escenario de intensos bombardeos y combates. Hania Chahal, economista libanesa especializada en agroindustria, ha recogido los testimonios de productores y exportadores, y nos explica aquí cómo afecta la guerra a los cultivos, las tierras y los agricultores libaneses.
Hania dejó su casa para refugiarse en un lugar más seguro, sin abandonar el país: "La gente abandona las zonas que son bombardeadas constantemente, pero nosotros no podemos salir del país por miedo a quedarnos atrapados fuera y no poder regresar. Los bombardeos son muy intensos en las regiones más agrícolas, como el sur y la Becá. El impacto en muchos cultivos, como uvas de mesa, aguacates, aceitunas, cítricos y hortalizas, ha sido grave. Los agricultores intentan cosechar lo que pueden lo antes posible, pero no es fácil".
La economista continúa: "En el sur, las carreteras están cortadas y es muy difícil y peligroso desplazarse y cosechar. Se han perdido zonas enteras bajo las bombas. También se han destruido instalaciones como invernaderos. Hay escasez de mano de obra debido al desplazamiento de la población. Hay que decir que Israel utilizó fósforo blanco en algunas zonas, un arma prohibida en todo el mundo, que repercute en el suelo, la superficie y las aguas subterráneas. No todos los cultivos se ven afectados, y los compradores de aguacates y verduras no deben preocuparse por ello. Tendremos que soportar las consecuencias durante mucho tiempo. El sur del Líbano concentra la mayor parte de los volúmenes de varios cultivos. Es algo que no afecta solo a la temporada actual, sino a todo el sector agrícola".
Hania Chahal, economista libanesa.
"Los productores se esfuerzan por cosechar rápidamente", prosigue Hania. "Para algunas empresas que no dependen en gran medida de la mano de obra, como las cebollas, la maquinaria permite cosechar y abastecer el mercado local. Esto es importante para la seguridad alimentaria del país. Los precios en el mercado local siguen bajo control, pero es demasiado pronto para tener una visión completa y evaluar los riesgos del mercado local. Para el resto, como las uvas de mesa o los aguacates, los productores intentan cosechar todo lo que pueden y exportar inmediatamente".
El flujo de exportaciones se ha complicado, pero no está completamente paralizado, según Hania. "El aeropuerto internacional de Beirut sigue operativo. Las aerolíneas extranjeras han suspendido sus servicios, pero la compañía local sigue operando. Los puertos marítimos también están operativos, y se mantienen las líneas con algunos países europeos, pero no son tan frecuentes como antes. Los cruces terrestres y las carreteras en general son complicados. Los costes del transporte aumentan, y las compañías de seguros no emiten cobertura para las mercancías en guerra. A pesar de todo, los productores del sur consiguen exportar lo que cosechan. Los de la Becá y el norte consiguen a su vez exportar a pesar de las complicaciones logísticas", explica.
Ante estas condiciones, muchos exportadores libaneses han cancelado su participación en la feria Fruit Attraction de Madrid, informa Hania. Según ella, el pabellón libanés al completo estará ausente, cuando se supone que albergaría a once exportadores. Lo mismo ocurre con los visitantes y paseantes de la exposición procedentes del Líbano. Hania explica los motivos: "La primera razón es que la gente teme que la situación empeore y se quede tirada en el extranjero, lejos de su tierra y de sus familias. Además, siendo realistas, las empresas están trabajando en modo crisis, y les resulta muy difícil planificar o comprometerse con ningún programa en estos momentos".
"Es una pena, teniendo en cuenta el momento", continúa Hania. "El pabellón libanés es una novedad en las ferias internacionales, y en los dos últimos años nos hemos esforzado mucho por encontrar mercados para las frutas y hortalizas libanesas, y nuestros socios también han hecho grandes esfuerzos". Hania cita el programa del CBI (Centro para la Promoción de las Importaciones de los países en desarrollo, del Gobierno holandés), que acaba de terminar, y gracias al cual los exportadores libaneses debían enviar este año por primera vez a Europa. Y continúa: "Hay programas de apoyo a las exportaciones agrícolas que se han puesto en marcha recientemente, como el programa Sadder, financiado por la Embajada del Reino de los Países Bajos y ejecutado por RMF, pero es demasiado pronto para saber qué ocurrirá".
Hania, que ha trabajado en la apertura de mercados internacionales para los exportadores agrícolas libaneses, predice que la promoción de las exportaciones se verá muy afectada por la guerra a corto plazo: "Espero que cese antes del próximo febrero para salvar los contratos y volver a contactar con los importadores. Por mi parte, mantendré mis compromisos con las empresas y el sector en general desde el Líbano, y a la vez miraré más allá de las fronteras del país, hacia nuevos mercados. Creo que la experiencia acumulada a través del trabajo con diferentes organizaciones internacionales de desarrollo, como el CBI, y la red personal desarrollada, pueden transferirse a otras empresas del sector hortofrutícola".
"Líbano ha sufrido demasiado. Un conflicto no puede resolverse con bombardeos constantes", añade Hania.
Concluye haciendo un llamamiento a los clientes para que muestren flexibilidad: "Pido a los clientes que se mantengan en contacto con sus productores, que pregunten qué pueden hacer ambas partes para mantener el negocio. En estos momentos estamos viendo que los clientes muestran mucha paciencia, aceptan las cosechas demasiado tempranas en cuanto se pueden recolectar y siguen abasteciéndose en el Líbano, y en eso consiste hacer negocios de forma responsable".
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Hania Chahal
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