Dos semanas después de que el presidente Donald Trump ganara las elecciones estadounidenses y antes de su toma de posesión el 20 de enero de 2025, ¿qué podría significar esta nueva administración para el sector de las frutas y hortalizas? Karl McDermott, director de SaaS de DeltaTrak®, una empresa de soluciones de gestión de la cadena de frío y control de la temperatura, opina sobre lo que los productores y comerciantes de EE. UU. (y de otros países) podrían esperar a partir del próximo año.
Un área que puede verse afectada son los aranceles, que comenzarán con un 10% para todo lo que entre en EE. UU. "Luego aumentarán al 20%, 30%, 50% para cubrir algunos desequilibrios comerciales, pero también para acercarse a lo que el presidente electo Trump quiere de la economía y sus socios comerciales", dice McDermott.
Esto nos lleva al Tratado entre Estados Unidos-México-Canadá, o T-MEC (antes Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o TLCAN), un acuerdo que ha sido beneficioso en muchos aspectos para los tres países involucrados. El T-MEC debe renovarse en 2026 y no es mucho lo que puede cambiarse antes de esa fecha. "Podría haber algunos aranceles punitivos para México y Canadá antes de esa fecha, pero chocaría con el proceso de resolución dentro del propio acuerdo, que probablemente jugaría a favor de México y Canadá en cuestión de aranceles", dice McDermott.
Disponibilidad de alimentos
Esto va a influir en la disponibilidad de alimentos. La nueva Administración tomará posesión 20 días antes del Super Bowl LIX, el 9 de febrero, un acontecimiento ligado a un gran consumo de aguacates, un producto importado principalmente de México. "Estoy seguro de que podremos abastecernos para pasar este Super Bowl, pero para la próxima podría complicarse. Si empiezan a aumentar los aranceles de algunos de estos productos, los precios subirán y el volumen total descenderá", afirma McDermott. "Habrá una escasez de productos en el mercado que Estados Unidos no podrá cubrir lo bastante rápido por sí solo".
Aunque, ciertamente, hay más países que suministran productos como los aguacates, un artículo que también se cultiva en EE. UU., es difícil ignorar a un socio proveedor que está justo al lado. "De los 97.300 millones de dólares de importaciones de productos alimentarios, México representa 21.000 millones, por lo que es el mayor socio comercial en materia de alimentos. Ponerle aranceles causaría muchos desajustes en el abastecimiento", señala McDermott.
También está la cuestión de quién pagará esos aranceles. "Mucha gente ha experimentado problemas relacionados con la inflación y los precios después de la pandemia. Los alimentos se han encarecido un 50%, por lo que un arancel podría acabar añadiendo otro 10%, lo que podría ser contraproducente". Canadá y México suponen casi la mitad de los 97.000 millones de dólares de importaciones. Solo con imponer aranceles a esos dos países se elevaría considerablemente el precio de los alimentos para los consumidores estadounidenses", alerta McDermott. "Y tampoco va a elevarse necesariamente la calidad. Básicamente, será el mismo producto, pero va a costar un 10% más si esos costes se le repercuten al consumidor".
Aranceles y geopolítica
Dicho esto, "era muy necesario corregir los flujos comerciales procedentes de China, así que, aunque en la retórica se diga que se va a aplicar un 10% generalizado, podría usarse un filtro geopolítico para apuntar a algunas áreas más que a otras", añade McDermott.
Karl McDermott.
La inmigración es otro de los ámbitos en los que quiere trabajar la nueva Administración. Dado que el sector agrícola estadounidense recurre al empleo estacional a través de programas de temporeros como H-2A, se plantean algunos interrogantes. "¿Continuará ese programa? ¿Se ampliará? Si se producen deportaciones masivas, ¿seguirá la gente queriendo participar en esos programas?", se pregunta McDermott. "Además, si se impone un bloqueo generalizado a la entrada de personas, se va a producir una escasez de recursos y muchos productos quedarán sin recoger y acabarán convertidos en residuos alimentarios, lo cual es un problema en sí mismo".
No hay más que ver lo que ha sucedido en el Reino Unido, donde los recursos suponen ahora un problema, dado que el Brexit, en 2020, supuso una regulación similar de la inmigración. "Tras la llegada del Brexit, muchos trabajadores europeos se marcharon y no volvieron nunca más, y ahora el Reino Unido tiene serios problemas de contratación", recuerda McDermott.
Panorama económico general
Pero ¿qué significa en general esta nueva Administración proempresarial para la industria alimentaria estadounidense? McDermott cree que podría afectar a los pequeños y medianos productores y expedidores.
"Hay un gran acuerdo sobre la mesa ahora mismo con la fusión de Kroger-Albertsons que aún no se ha aprobado. Creemos que ahora va a haber un mayor impulso para llevar a cabo estos acuerdos con el fin de construir una organización más concentrada y más grande, pero eso no significa necesariamente que vaya a ser mejor para los productores", indica McDermott. "Vemos que algunos de esos grandes supermercados estadounidenses y esos grandes fabricantes de alimentos se están haciendo más grandes".
¿Se avecina una concentración del retail?
Con un panorama retail más concentrado que deja menos compradores en el mercado, los precios al consumidor podrían cambiar en un momento en que la inflación está volviendo a niveles manejables de nuevo. "Podemos aprender de Canadá, donde el sector del retail es mucho menos competitivo que en EE. UU. Loblaws se encamina hacia una concentración del 40%", afirma McDermott. "Muchos consumidores canadienses se quejan de la concentración de muy pocas organizaciones competitivas. Eso tiende a subir los precios para el consumidor y a comprimir los costes para los proveedores. Las pequeñas y medianas empresas van a quedar excluidas. Se acaban las oportunidades de esos pequeños productores de contribuir a la economía, lo que significa que hay que encontrar proveedores alternativos".
Todo esto se suma a los elevados costes de los insumos que soportan productores y expedidores debido a la inflación, pero también a las nuevas exigencias alimentarias de consumidores y retailers: pensemos en la normativa sobre trazabilidad alimentaria del artículo 204 de la Ley de Modernización de la Seguridad Alimentaria (FSMA, por sus siglas en inglés) de la FDA, que debe aplicarse antes de enero de 2026, o en la sostenibilidad de la Ley de Responsabilidad de Datos Corporativos sobre el Clima (Proyecto de Ley 253 del Senado) en California. "Los productores tienen que hacer frente a todos estos costes y, si los precios se reducen, por algún sitio hay que ceder", afirma McDermott. "Es posible que la calidad del producto disminuya, lo que podría ser preocupante. No se puede exigir el cumplimiento de la normativa, la trazabilidad y la máxima calidad con precios a la baja".
Para más información:
DeltaTrak
Tel.: +1 (800) 962-6776
[email protected]
https://www.deltatrak.com/