"Aunque todo el mundo se había preparado para un desastre total, los limones funcionaron bastante bien, pero la caída en picado de las Valencia no estaba prevista. Todo el mundo esperaba una campaña de naranjas excelente y ha sido todo lo contrario, sobre todo el último tercio", explica el comprador local de un importador europeo, que pide que no se revele su nombre.
Hace cuatro meses, todo parecía muy sencillo: los precios de exportación de las naranjas debían igualar o superar un precio mínimo fijado a partir del precio históricamente alto del zumo de naranja (causado por el huanglongbing en los naranjales de Brasil) o, de lo contrario, los productores preferirían destinar sus naranjas de forma a una empresa local de elaboración de zumo.
"Además, este año han ocurrido muchas cosas en el ámbito de la producción: heladas, lluvias, inundaciones, granizo, arrugas... Muchas variables que han dificultado las cosas", añade. "Los compradores esperaban menos volumen, incluso que el mercado se quedara vacío. Todas las señales apuntaban a un final muy temprano de las Valencia sudafricanas", y varias rebajas de la estimación de las exportaciones valencianas reforzaron esta percepción.
Mientras tanto, entre bastidores se desarrollaba un escenario que durante semanas no se puso de manifiesto en los datos de embarque: durante tres semanas de septiembre los buques no cargaron con destino a Europa desde Port Elizabeth como consecuencia de los vientos huracanados y el fuerte oleaje oceánico.
"Seguimos cosechando y empaquetando durante esas semanas", dice un productor y exportador de Eastern Cape. "Seguimos enviando fruta a las cámaras frigoríficas, que estaban saturadas, y esto es significativo porque la fruta no aparece en los datos oficiales de envío hasta que se ha cargado, que es lo que miran los compradores, así que no sabían lo que estaba pasando".
La "gran oleada" pilló desprevenidos a los importadores de naranjas
Los compradores "pedían fruta a gritos" hasta la primera quincena de octubre, cuando llegaron a Europa tres barcos en una semana y la escasez se convirtió de repente en exceso.
"Nuestros cítricos llegaron en una gran oleada y luego hubo más retrasos, sobre todo en el envío a Italia, España y Portugal, de 16 a hasta 21 días... De repente había mucha más fruta de la que les habían hecho creer y España se adelantó con las Navelina... Fue un completo desastre", recuerda este exportador, que también habla bajo condición de anonimato.
El representante de un importador europeo sostiene que la noticia de los grandes envíos simultáneos no se había comunicado claramente a los compradores y estos entraron en pánico, con volúmenes que no se podían despachar. Muchos han sufrido grandes pérdidas al desplomarse los precios.
"Los compradores habían acordado un precio basado en la expectativa de que habría menores volúmenes disponibles y luego ocurrió lo contrario y bajaron el precio para vender".
Algunos se negaron en redondo a aceptar la recepción tardía de sus pedidos. "Algunos simplemente dijeron: 'Necesitaba tu fruta hace tres semanas, y ahora la has enviado toda de golpe. Y no solo tu, sino toda Sudáfrica'. En una temporada como esta te das cuenta de cuáles de tus clientes actúan realmente como socios", afirma el productor y exportador.
Intentaron desviar sus naranjas a Canadá, prosigue, pero en Montreal se toparon con la prolongada huelga de los trabajadores portuarios. "A veces parece que nada te sale bien".
Según la Citrus Growers' Association, este año se envasaron un total de 48,7 millones de cajas de naranjas Valencia, "4,7 millones menos que en la campaña 2023 y un déficit significativo del 16% con respecto a las estimaciones iniciales". Añade que hay que tener muy en cuenta el efecto de la dinámica del zumo en el mercado de frescos. "Es posible que la opción del procesado influya en las decisiones de comercialización de las dos próximas temporadas, o incluso más".
"Creo que la lección que hay que aprender es que un precio alto del zumo no se traduce necesariamente en precios altos en los mercados de producto fresco", observa el comprador. "Puedes conseguir que los importadores acuerden precios mínimos garantizados, pero no puedes predecir lo que un consumidor estará dispuesto a pagar por los cítricos mientras haya mucha fruta de verano disponible".