Hace cuatro años que Patrick Larrère, de Fermes Larrère, empezó a cultivar jengibre, un producto poco común, fresco y 100% ecológico. Una excepción en Francia. Es una forma de ver el cambio climático como una oportunidad y no como un obstáculo. "El jengibre necesita calor y humedad para crecer, pero cada vez tenemos más veranos muy calurosos, primaveras muy suaves y otoños muy calurosos. ¿No sería una oportunidad para probar cultivos que no podíamos cultivar con el clima de antes?", plantea Larrère.
Una producción pequeña pero popular
Así pues, una hectárea de los invernaderos de la explotación, en el corazón de Landas, se dedica ahora en parte al cultivo de esta planta exótica. Esta superficie ha producido este año unas diez toneladas de jengibre ecológico, cosechadas a mano de noviembre a enero. Aunque el volumen es anecdótico, y más todavía este año en que las condiciones de lluvia han repercutido en los rendimientos, sigue teniendo mucho éxito. "Restaurantes, gran distribución, tiendas especializadas y transformadores lo adoran por su frescura, su sabor más jugoso y sabroso que el jengibre clásico, y su muy baja huella de carbono. Es un producto más valorado que el jengibre chino, pero no es comparable en términos de calidad", apunta Larrère. De hecho, el jengibre recibió una puntuación de 4,7/5 en la 26.ª edición del Concours des Gourmets de France 2023.
Las primeras macetas de jengibre para cultivar en casa
A pesar de los resultados concluyentes, la producción seguirá siendo escasa y figurará en la lista de otros proyectos innovadores de la empresa: "Es un producto exclusivo que demanda muchos recursos. Nuestra producción seguirá siendo limitada, pero estamos pensando en otros proyectos. Por ejemplo, también hemos aprovechado nuestro cultivo de jengibre para desarrollar un producto innovador: las primeras macetas de jengibre para cultivar en casa. Ya hemos vendido 1.000 macetas este año y vamos a seguir probando este nuevo producto con nuestros socios. Lo que se suele consumir es el rizoma tuberoso de la planta, pero además de tener buen aspecto cuando se vende, el producto es tan fresco que los tallos y las hojas también son comestibles como infusión, por ejemplo", dice Larrère.
El deseo de adaptarse al cambio climático
Además del jengibre, Fermes Larrère también cultiva batatas desde hace unos diez años. "Es un cultivo que dominamos muy bien. En el contexto del cambio climático, tenemos muchas ganas de seguir desarrollando una gama resistente. Producir en Francia lo que viene de lejos es uno de nuestros lemas. El cambio climático está aquí, y a nosotros nos toca adaptarnos".
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Patrick Larrère
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