Hace diez años, Frank Timmen, un técnico holandés sin experiencia previa en horticultura, comenzó a cultivar lechuga en Aruba. Hoy en día, Timmen suministra variedades como escarola, Batavia y hoja de roble a decenas de chefs locales, mientras forma a jóvenes arubanos en el mundo agrícola. Junto con Diego Acevedo, Timmen dirige la empresa de cultivo Happyponics. Y también los bancos de alimentos de la isla están happy con Frank y Diego, ya que reciben regularmente lechugas frescas como donación. "Al principio eran los excedentes de producción, pero ahora incluso sembramos una cantidad de lechugas intencionadamente para ellos. Creemos que es importante ayudar a los más desfavorecidos de la sociedad", explica Timmen.
Un comienzo pequeño pero ambicioso
En 2014, Timmen comenzó con un pequeño invernadero de 7 por 9 metros. "Todo empezó a pequeña escala. Vi un documental sobre agricultura vertical en la televisión. Mi esposa tenía trabajo en Aruba y, cuando decidimos mudarnos aquí, yo dejé mi trabajo en los Países Bajos y no tenía nada que hacer. Me llamó la atención la hidroponía. No sabía nada de plantas, pero la tecnología que rodea a este sistema de cultivo me resultaba familiar", relata Timmen.
Happyponics cultiva varios tipos de lechuga.
Un chef de la isla se involucró desde el principio, orientando el proyecto hacia lo que realmente necesitaba el sector restaurador. "No tiene sentido producir lechugas sin saber cuáles son las necesidades del mercado. El chef nos indicó qué variedades preferían los restaurantes y cuáles eran los estándares de calidad. En los restaurantes exclusivos en Aruba, la lechuga a menudo se usa como elemento decorativo en los platos. Durante dos años, suministré lechugas a solo siete clientes. Quería asegurarme de alcanzar la perfección en calidad y estabilidad antes de ampliar el cultivo".
Crecimiento y sostenibilidad
Hoy en día, Happyponics cuenta con un invernadero de 750 m² de fabricación holandesa, donde se cosechan 4.000 lechugas por semana. Construir el invernadero fue una inversión importante que Timmen financió mediante crowdfunding. "Amigos y conocidos nos ayudaron, y en cinco años logramos devolver todo el dinero", recuerda Timmen.
El agua fría fluye por las canaletas, lo que requiere menos refrigeración que un sistema de lechugas flotantes.
El mercado principal de Happyponics son restaurantes y hoteles. "Entregamos las lechugas en cajas reutilizables, evitando el uso de bolsas de plástico para ser lo más sostenibles posible. Recogemos las cajas vacías de la semana anterior, las limpiamos y las volvemos a usar. Todas las variedades de lechuga tienen un precio fijo, lo que facilita la logística tanto para nosotros como para los clientes. Además, los clientes deciden si quieren que en la caja haya solo una variedad de lechuga o una mezcla", explica.
Aparte de lechugas gourmet, Happyponics también cultiva algunas variedades comunes para los foodtrucks, pero evita la producción de las lechugas Iceberg y Romana. "Aquí en Aruba, es difícil lograr la calidad deseada para esas variedades. Aún no hemos encontrado el método de cultivo adecuado", apunta el agricultor.
Los clientes reciben sus lechugas en estas cajas.
Ventajas del producto local
Happyponics ha logrado satisfacer la creciente demanda del sector hostelero, aunque aún en pequeñas cantidades. "El 98% de los alimentos en Aruba son importados. Las lechugas de importación suelen tener una vida útil de solo tres días, mientras que nuestras lechugas, entregadas con las raíces, pueden durar hasta dos semanas en condiciones de refrigeración. Reducimos el desperdicio de alimentos y ofrecemos un producto más fresco", señala Timmen.
Los plantones de lechugas.
Apoyo a la comunidad
La sostenibilidad es clave en Happyponics. "No utilizamos refrigeración en el invernadero; la ventilación natural hace el trabajo. Además, cultivamos bajo demanda para evitar excedentes. Lo que sobra lo donamos a los bancos de alimentos, y ahora incluso producimos un poco más pensando específicamente en ellos. Hace poco oí que los bancos de alimentos rara vez reciben productos frescos. Puede que sorprenda de primeras, pero hay gente pobre en Aruba", señala Timmen.
"La clave está en la eficiencia"
Si bien el aire no se refrigera, el agua que fluye por las canaletas de cultivo y proporciona nutrientes a las lechugas debe enfriarse hasta una temperatura inferior a los 25 grados. "Bajo tierra tenemos un tanque de agua aislado con una capacidad de 3.000 litros, aunque en realidad se llena hasta la mitad. Como solo circula una fina película de agua por las canaletas, no necesitamos grandes volúmenes", explica Acevedo.
El agua se enfría y reutiliza constantemente. "Aunque no usamos mucha agua, el enfriamiento representa nuestro mayor coste energético. La electricidad es cara, y la instalación de paneles solares sobre el techo del invernadero no es una opción, porque bloquearían la luz solar en el interior del invernadero. Además, en esta ubicación tampoco es posible adquirir más terreno", comenta Timmen.
Por lo tanto, la reducción de los costes energéticos debe venir de mejoras en la eficiencia. "Todo se resume en trabajar de manera más inteligente. Lo logramos instalando nuevas bombas de agua: en lugar de usar bombas de velocidad fija, ahora utilizamos bombas de velocidad variable", apunta Timmen.
El invernadero de Happyponics.
Retos del clima y oportunidades futuras
Aunque instalar paneles fotovoltaicos en el techo bloquearía la entrada de luz, sigue siendo necesario filtrar parte de la intensa radiación solar de Aruba. "Lo hacemos utilizando mallas de sombreo. De hecho, la luz solar aquí es tan fuerte que tenemos que reemplazar todo el plástico y las mallas cada cuatro años. Se agrietan con el tiempo y no podemos permitirnos eso, ya que es fundamental mantener el invernadero bien cerrado para evitar la entrada de insectos. En ese sentido, solo hemos tenido un problema serio: los trips. Pero hemos logrado controlarlo eficazmente", explica Acevedo.
Por ahora, Happyponics se dedica exclusivamente al cultivo de lechugas, aunque pronto podría añadir hierbas aromáticas. "Ya hemos realizado algunas pruebas, y lo mejor de las hierbas es que no necesitan refrigeración. Estamos considerando producir albahaca, por la gran demanda que tiene, pero también rúcula y cilantro. Sería genial empezar con esos tres cultivos, ya que son los productos más rentables. Más adelante podríamos ampliar el surtido con otras hierbas interesantes. Estoy seguro de que existe un mercado para ellas, teniendo en cuenta los precios que se pagan aquí por una pequeña bolsa de hierbas frescas importadas de Estados Unidos, los Países Bajos o Colombia", señala Timmen.
Servicio de reparto propio.
Formar a la próxima generación
Decir que el sector de las frutas y hortalizas en Aruba está poco desarrollado sería quedarse corto. "Aquí hay una cantidad increíble de oportunidades. Por eso me gusta involucrar a los jóvenes en el trabajo del invernadero, con la esperanza de que se apasionen por las plantas y, en el futuro, den el paso de cultivar sus propias frutas u hortalizas, tal vez incluso a nivel comercial. No tenemos miedo a la competencia, al menos no en los próximos años. Después de todo, en la isla no hay una tradición de horticultura, y mucho menos de hidroponía, que, dadas las condiciones climáticas y del suelo, es el sistema más adecuado para producir lechugas y hierbas aromáticas".
"Por ejemplo, un joven vecino que trabaja en nuestro invernadero planea cultivar tomates por su cuenta, algo que muchos consideran imposible en Aruba, pero también decían eso de las lechugas…", concluye Timmen.
Para más información:
Frank Timmen
Diego Acevedo
Happyponics
Paradera 159 (Aruba)
Tel.: + 297 699 3794
[email protected]
www.happyponics.aw