Sol en abundancia durante todo el año y temperaturas nunca extremadamente altas. Curazao parece tener el clima ideal para cultivar muchas frutas y hortalizas, sin embargo, las apariencias engañan. Tomemos como ejemplo los tomates. Una tomatera necesita temperaturas frescas por la noche en algún momento de su ciclo de crecimiento y eso no se da en Curazao, donde las mínimas rara vez bajan de 24 grados. Así que, para gran parte del sector hortícola, solo queda una opción: un sistema en el que la temperatura pueda controlarse (parcialmente).
Ferdinand Bouwman llevaba años trabajando como director de un centro de rehabilitación en la isla y deseaba reorientar su carrera profesional, así que tras adquirir cierta experiencia con un sistema acuapónico a pequeña escala diseñado por él mismo, y después de pasar muchas tardes buscando en internet información sobre el cultivo de hortalizas, acabó optando por un sistema en el que el control de las condiciones de cultivo fuera un aspecto fundamental. En el proceso, se enamoró de un sistema concreto que llevaba ese concepto a otro nivel: Freight Farms, un sistema de cultivo vertical en contenedores desarrollado por una empresa tecnológica de Boston.
"Controlar los parámetros de cultivo es necesario en Curazao", explica Ferdinand. "De lo contrario, se corren demasiados riesgos: demasiado sol, hongos, bacterias, etc. Me puse en contacto con Freight Farms y seguí un programa de formación con ellos. Fue necesario hacer una inversión considerable, pero logramos sacarla adelante. Traer el contenedor a Curazao también supuso un gran esfuerzo, ya que entonces estábamos en plena pandemia del coronavirus. Lo bueno de Freight Farms es que también hay toda una comunidad con la que puedes discutir ciertos problemas, y su servicio de atención al cliente es muy atento".
Paneles solares y un generador
Las instalaciones de agricultura vertical de HYBiZZ —así se llama la empresa de cultivo de Ferdinand—, que además de lechugas cultiva tomillo, romero, acelgas, kale y flores comestibles, consume una media de 130 kWh al día. "El inconveniente de un cultivo vertical es la elevada factura de la luz. Para reducirla —dado que el precio de la electricidad en Curazao está realmente por las nubes— hicimos instalar 70 paneles solares y 12 baterías. Eso nos basta para ser autosuficientes entre febrero y septiembre, cuando el sol es un factor constante. A partir de octubre suele hacer un tiempo más nublado, por eso también instalamos un generador. En caso de necesidad, podemos también tomar energía de la red. Por cierto, el consumo eléctrico no es tanto para refrigeración, sino para los sistemas de iluminación".
La calidad como elemento diferenciador
A pesar de las elevadas inversiones, también en lo que respecta al suministro energético, Ferdinand sostiene que puede vivir de su cultivo. "Curazao importa casi todos sus alimentos. En el caso de la lechuga, hablamos de 700 toneladas al año. Y el producto importado no es barato, sobre todo en el caso de los cultivos que yo produzco, porque hay que traerlos por avión, sobre todo de los Países Bajos o Estados Unidos, debido a su limitada vida útil. Nuestro producto se entrega el mismo día de la cosecha y no se utilizan productos fitosanitarios. De esa forma, los clientes reciben un producto fresco que ni siquiera hay que lavar. Suministro a restaurantes y hoteles a diario y la demanda es superior a lo que puede producir el contenedor, también porque el producto tiene un aspecto muy atractivo, es crujiente y muy jugoso".
En el contenedor, la temperatura ronda constantemente los 20 grados centígrados, la humedad ronda el 80% y la concentración de CO₂ las 800 ppm. "Recibo las semillas de Países Bajos y Estados Unidos. Tras una fase de germinación de dos a tres días, hay que contar con dos semanas de propagación y algo menos de seis semanas antes de que las cabezas estén completamente desarrolladas. El agua que utilizo procede de la empresa Aqualectra. En sí, la calidad no es mala, pero el agua se distribuye en un antiguo sistema de tuberías, por lo que aquí la pasamos por un filtro. Es recomendable la ósmosis inversa. Solo así se logra un control total sobre la calidad del agua y también se pueden añadir nutrientes específicos".
Planes de crecimiento
Tras lo logrado con el contenedor de cultivo que compró hace ya unos años, Ferdinand piensa ya en crecer. "Actualmente soy demasiado pequeño para captar clientes. Se necesitan mayores rendimientos. Por eso voy a invertir en una cubierta de plástico de 500 m² para cultivar variedades de lechuga. Poner otro contenedor sería demasiado caro. Volveré a producir durante un tiempo con un menor control de las condiciones de cultivo, pero con una buena ventilación, espero poder mantener una temperatura agradable en el invernadero para los empleados. El agua en la que flotarán las lechugas sí necesita refrigeración, eso está claro".
Productores
Ferdinand está ya en conversaciones con la firma holandesa Cultivators para la instalación del nuevo invernadero. "Será un invernadero para 285.000 unidades de lechuga al año, algo más de lo que podemos cultivar en el cultivo vertical. No habrá ningún problema para venderlas. Ya existe interés por parte del retail, de importadores, de los cruceros que atracan aquí y por parte de instituciones sanitarias. Estamos ultimando el estudio de viabilidad y estudiando el aspecto financiero. Hay algunos planes de subvención para las islas, pero ahora buscamos sobre todo inversores que nos ayuden a sacar adelante este nuevo y prometedor proyecto", explica Ferdinand.
Y así, el empresario espera contribuir a la expansión de la horticultura en la isla de Curazao. "Al fin y al cabo, la horticultura es un sector algo olvidado por la política aquí. Ni siquiera hay un ministerio de agricultura. Si se desea esbozar una visión a largo plazo, este es, sin duda, el primer asunto a abordar", concluye Ferdinand.
Para más información:
Ferdinand Bouwman
HYBiZZ B.V.
Martha Koosje 17 (Curazao)
[email protected]
www.hybizz.store