Las exportaciones japonesas de batata han experimentado un aumento, impulsadas por los avances en la tecnología de prevención del deterioro y la personalización de las ofertas para los mercados mundiales. En 2023, Japón exportó 6.200 toneladas de batatas, multiplicando casi por diez el valor de los envíos hasta alcanzar los 2.900 millones de yenes en la última década. El crecimiento de las exportaciones se aceleró a partir de 2018, tras la popularidad de las batatas japonesas en Singapur.
Kushima Aoi Farm, empresa radicada en la prefectura de Miyazaki, representa el 20% de las exportaciones japonesas de batata, gestiona unos importantes almacenes y colabora con 280 explotaciones asociadas. La empresa exporta unas 1.000 toneladas de batatas a 11 países, principalmente para su venta en supermercados. Los largos tiempos de tránsito exigen medidas contra el deterioro, y la Kushima Aoi Farm emplea técnicas para curar de forma natural los arañazos de la patata provocados por la cosecha, reduciendo así los riesgos de deterioro.
En respuesta a un brote de podredumbre en 2018, Minamihashi Shoji, una empresa agrícola de la prefectura de Kagoshima, empezó a usar ácido peracético para desinfectar las batatas, un método que resultó eficaz también para las batatas de calidad de exportación.
Kushima Aoi Farm también pone el foco en la satisfacción de los gustos internacionales y organiza eventos de degustación en el extranjero para identificar las preferencias de los consumidores en los diferentes mercados. A pesar de los retos que suponen los elevados costes logísticos y el riesgo de deterioro, la empresa sigue siendo optimista sobre el atractivo internacional de las batatas cultivadas en Japón. Su vicepresidente, Shoto Horiuchi, subraya el potencial de éxito global con la mejora de la calidad y las redes de distribución, con el objetivo de apoyar a sus agricultores contratados mediante el aumento de las ventas.
Fuente: The Asahi Shimbun