La Junta de Andalucía elevó el lunes 17 de marzo el Plan Especial de Emergencia ante el Riesgo de Inundaciones en Andalucía (PERI) a fase de emergencia, situación operativa 1, ante las previsiones meteorológicas. Y es que en muchos sitios de Andalucía lleva lloviendo de forma casi continua durante más de dos semanas, en las que muchos de nosotros hemos ido a ver en persona cómo los embalses de Huelva o Sevilla desembalsan agua por estar al límite de su capacidad, tras dos años de una grave sequía; de hecho, en estos momentos varios de ellos, como Los Melonares, El Gergal, El Agrio o la Presa del Piedras, aún se encuentran por encima del 100% de su capacidad.
Las lluvias han generado numerosas incidencias y cortes de carreteras en las últimas horas por balsas de agua y desbordamiento de arroyos, y la subida del nivel de muchos ríos ha obligado a desalojar de manera preventiva a vecinos de la ribera del río Campanillas, en Málaga, o a activar el plan de preemergencia de inundaciones en el municipio de La Algaba, en Sevilla, cuyo término municipal comparte orillas con el río Guadalquivir y la ribera del Huelva.
Esta situación ha impactado también en la agricultura. La semana pasada, en Cádiz, el fuerte viento afectó de manera puntual a algunas estructuras de invernaderos; en muchas zonas de Andalucía entrar a los campos a cosechar es una tarea casi imposible, y hay plantaciones que han cedido al agua y han quedado al descubierto.
La situación para los árboles no es tampoco la más idónea en este periodo de floración de cítricos, frutales de hueso —cada vez menos abundantes en Andalucía— o frutales de frutos secos, como los almendros, de los cuales hay implantadas más de 240.000 hectáreas en la comunidad autónoma.
"Sobre los almendros, esta lluvia no está teniendo consecuencias devastadoras, aunque al estar en flor sí podría afectar al cuajado posterior del fruto", comparte la técnica de la Cooperativa San Antonio Abad de Huelva, Rocío López. "También sabemos que va a afectar en las posibles futuras enfermedades en el cultivo, que podemos asegurar al 100% que va a haber. La monilia o la antracnosis, que son las enfermedades más importantes en esta zona para el almendro, van a estar más agudizadas este año viendo la impresionante humedad que hay en estos momentos y la cantidad de agua que sigue cayendo en la tierra, que ya no tiene más capacidad de absorber".
Almendros en floración a finales de febrero.
"La lluvia, además, en nuestra zona ha estado acompañada de un episodio de pedrisco, pero aún no hemos podido cuantificar el impacto en la floración o en la producción de más adelante", apunta. "Por otro lado, tememos que no haya una polinización correcta. Todas las fincas cuentan con colmenas, pero con viento y humedad, las abejas no pueden hacer su labor de polinización", indica Rocío.
San Antonio Abad cosecha unos 200.000 kilos de almendras cada temporada desde que hace unos 6-7 años decidiera diversificar su producción, eminentemente de secano, con este fruto seco. "La cooperativa se formó en 1960 y, pese a ser principalmente cerealista, hace unos años se buscaron alternativas más rentables, y la almendra encajó muy bien en nuestra actividad hasta el punto de que pudimos compatibilizar la maquinaria que ya teníamos para la aceituna para trabajar también la almendra".
"Lo cierto es que el año pasado cerramos la campaña con un precio medio de 4,20 €/kilo, y este año ese precio podría incluso subir en función de las consecuencias que este periodo de lluvias podría tener sobre la producción".