El Centro de Investigación de Horticultura (HRC) de la Universidad de Minnesota, en Excelsior, se dedica a la obtención de variedades de uva de mesa y de vino capaces de soportar los duros inviernos de Minnesota. Aunque la Universidad es muy conocida por su programa de mejora de manzanas —sobre todo por la creación de la manzana Honeycrisp—, no lo es tanto por su labor en la mejora de uvas, según Erin Treiber, investigadora del HRC.
La última uva de mesa de la Universidad fue lanzada en 1977, mientras que su variedad de uva de vinificación más reciente se presentó en 2022, según informa el Departamento de Enología de la Universidad. El desarrollo de uvas resistentes al frío es esencial para garantizar la supervivencia en los frígidos inviernos de Minnesota. La resistencia a las enfermedades y el sabor son también factores clave en la actividad de mejora.
Las uvas, al ser un cultivo perenne, vuelven a crecer cada año sin necesidad de replantar. Para producir fruta en los meses más cálidos, las yemas de la base de la vid deben sobrevivir al invierno, explica Treiber.
John Thull, otro investigador del HRC, señala que la mejora de la uva se basa en la polinización cruzada para combinar los rasgos deseados en nuevas variedades. Esto ocurre a través de las flores perfectas de la planta, que contienen estambre y pistilo. Para evitar la autopolinización, el estambre se extrae antes de la floración y se almacena hasta que se necesita para la polinización controlada.
Thull aclara que en el proceso solo intervienen métodos tradicionales de cultivo de plantas, sin OMG. "Nos limitamos a hacer obtención clásica y ver qué sale", indica.
La mayoría de las uvas se cruzan con Vitis riparia, una especie autóctona de Minnesota resistente al frío. Sin embargo, esta carece del sabor deseable y a menudo sabe más a verdura, señala Treiber. Para mejorar su sabor, se cruza con variedades de uva europeas, menos resistentes al frío pero con mejor sabor. "Si se cruzan esas variedades europeas con las uvas autóctonas, un porcentaje de ellas debería ser resistente al frío", afirma Thull.
El desarrollo de nuevas variedades de uva es un proceso lento. Pasan al menos cinco años antes de que una nueva variedad esté lista para su degustación y alrededor de una década para determinar si es adecuada para comer o para elaborar vino. "Para cuando se puede elaborar un lote de vino a partir de ella, ya han pasado 10 años", explica John Thull. Aunque el HRC produce vino a partir de sus uvas, los limitados rendimientos de cada cepa suelen dar como resultado solo unas pocas botellas por lote.
Fuente: The Minnesota Daily