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Una empresa ucraniana utiliza cáñamo y setas para sustituir los envases de plástico

Cada año se utilizan 15.000 millones de kilogramos de espuma de poliestireno para envases. Sin embargo, en un día, la mayor parte acaba en los vertederos, donde puede tardar hasta un siglo en descomponerse. Pero, ¿es siempre necesario el plástico o la espuma de poliestireno? La empresaria ucraniana Yuliia Bialetska y su marido se hicieron esta pregunta y desarrollaron una solución biodegradable a base de cáñamo y micelio.

Mientras viajaban por Asia, Yuliia y su marido pasaron un tiempo en Bali, donde la belleza de la isla se veía ensombrecida por las oleadas estacionales de residuos plásticos que llegaban a la costa. Los lugareños incluso bromean sobre que hay una "temporada de basura". Al ser testigos de primera mano, la pareja empezó a investigar alternativas sostenibles al plástico.

Descubrieron que los materiales ecológicos existentes carecían de la resistencia y durabilidad necesarias para los envases. El plástico es cómodo y resistente, pero ¿es siempre necesario? A menudo, los envases solo se necesitan para unos minutos o unos días, pero su impacto ambiental dura siglos.

La creación de un nuevo material requería dos componentes clave: una base estructural y un aglutinante natural. Al principio, experimentaron con tallos de cáñamo, un cultivo tradicional ucraniano, pero tuvieron problemas con los adhesivos sintéticos, que hacían irreversible el proceso.

Su gran avance se produjo cuando descubrieron el micelio de las setas, un aglutinante natural. Científicos del Instituto de Botánica de Ucrania confirmaron su potencial. Mezclando el micelio con cáñamo, lograron por fin una alternativa biodegradable a la espuma de poliestireno.

En 2021, la pareja presentó su innovación. La pandemia de COVID-19 había puesto de manifiesto el uso excesivo de plástico en las compras en internet, lo que aumentó la demanda de soluciones sostenibles. Al darse cuenta de que su material podía sustituir a la espuma de poliestireno, se centraron en los envases, un sector responsable de miles de millones de kilogramos de emisiones de CO₂ al año.

Poner en marcha la producción fue todo un reto. Sin equipos preparados, construyeron sus propias máquinas y perfeccionaron la tecnología para hacerla escalable. Hoy, su nueva empresa, S.Lab, no solo fabrica envases, sino que aspira a conceder licencias de su tecnología en todo el mundo.

L'Oréal se convirtió en el primer gran cliente de S.Lab, que probó los envases en Ucrania antes de ampliar el interés a su sede de París. La empresa también ha atraído a cientos de clientes potenciales en toda Europa.

S.Lab ha conseguido casi un millón de euros en inversiones y está recaudando 2,5 millones para seguir creciendo. ¿Su objetivo? Crear microfábricas móviles que puedan instalarse directamente en las instalaciones del cliente, reduciendo así las emisiones del transporte.

A pesar de los retos, incluida la guerra en Ucrania, S.Lab sigue creciendo. La crisis obligó a muchas startups ucranianas a dar el salto internacional, lo cual dio a conocer en todo el mundo el potencial innovador del país.

Al sustituir la espuma de poliestireno por alternativas biodegradables, S.Lab no solo está creando un negocio, sino que está impulsando una revolución verde en el envasado.

Fuente: www.rfi.fr