Las exportaciones brasileñas de jengibre y limón Tahití han estado marcadas por cambios en las condiciones meteorológicas, una demanda inestable y ajustes en la dinámica de los mercados internacionales. Mientras Europa continúa siendo el principal destino, factores como la sequía, el exceso de lluvias y la estacionalidad del consumo han tenido un impacto directo en la calidad del producto, los precios y las decisiones de cosecha por parte de los productores.
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Wellington Carvalho, representante de la empresa brasileña Don Vicente, señaló que el jengibre es un cultivo relativamente reciente para ellos. Iniciaron en 2024 con una campaña pequeña, con el objetivo de conocer mejor el comportamiento del mercado. La variedad que comercializan es la raíz completamente desarrollada, enviada por vía marítima, que se diferencia del llamado baby ginger, un jengibre más joven y sensible, destinado principalmente al transporte aéreo debido a su fragilidad y menor grado de maduración.
Durante la última campaña, la salida anticipada del mercado por parte de muchos productores brasileños estuvo motivada por la falta de incremento en los precios. La cosecha terminó en septiembre, cuando habitualmente se extiende hasta noviembre. "Muchos productores decidieron parar ante la falta de señales claras del mercado y replantear su siguiente temporada", explicó Carvalho. Pocas semanas después se registró un repunte en la demanda, pero para entonces la oferta ya había disminuido.
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Europa sigue siendo el principal destino, con envíos regulares a países como Países Bajos, Alemania, Francia, Italia, España y Suecia. También se mantienen contactos comerciales en Canadá y Sudáfrica. No obstante, el volumen de producción actual limita la posibilidad de expansión a nuevos mercados, aunque existen proyectos para aumentar la productividad en los próximos años.
El impacto del cambio climático ha sido notorio. Una sequía prolongada en el segundo semestre de 2024, seguida por lluvias intensas, afectó la calidad de la lima, sobre todo su cáscara, y generó retrasos en los tiempos de cosecha. "El exceso de humedad puede provocar pudrición y dañar la apariencia externa del producto, lo que repercute directamente en su valor comercial", indicó.
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En el caso del limón Tahití, la producción brasileña se extiende durante todo el año gracias a la diversidad climática entre regiones como São Paulo y Bahía. Sin embargo, el mercado ha mostrado señales de debilidad desde finales del año pasado. Los precios bajaron debido a una mayor disponibilidad en un periodo de menor consumo en Europa, coincidiendo con el invierno. Las lluvias también han influido en la calidad del fruto, especialmente en el tamaño y la consistencia de la cáscara.
Actualmente, se observa una mejora gradual en el calibre de los limones y se espera una recuperación en la demanda a medida que suban las temperaturas en Europa, un factor que históricamente favorece el consumo de cítricos, especialmente en bebidas.
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