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Se estima que la superficie española de ajo crecerá un 5% este año

El sector del ajo en Europa enfrenta un panorama complicado debido a la reducción de la superficie cultivada y el aumento de los costos de producción. Estas fueron algunas de las conclusiones de la reciente reunión del Grupo de Contacto del Ajo Europeo, celebrada en Chabrillan, Francia, donde productores y representantes de España, Francia e Italia analizaron la situación del mercado y las perspectivas para la próxima campaña.

Uno de los temas centrales del encuentro fue la evolución de la superficie cultivada en España. En 2024, se situó en 22.753 hectáreas, respecto a las 24.889 hectáreas de 2023. Sin embargo, se prevé un ligero repunte del 5% en 2025, hasta alcanzar 23.956 hectáreas, según estimaciones de la Mesa Nacional del Ajo. Este incremento, aunque positivo, no compensará la pérdida sufrida en los últimos años.

La caída en la producción de ajo morado ha sido una de las principales preocupaciones expresadas por los productores, especialmente en regiones como Castilla-La Mancha, donde esta variedad ha sido históricamente predominante. Sus bajos rendimientos han obligado a muchos agricultores a optar por otras variedades más productivas.

Otra de las cuestiones abordadas en la reunión fue el impacto de la reducción de soluciones fitosanitarias disponibles en la Unión Europea. La eliminación de ciertas materias activas para el control de plagas y enfermedades ha incrementado los costos de producción y ha reducido la competitividad del ajo europeo frente a las importaciones de terceros países. Además, la falta de uniformidad en las normativas sanitarias dentro de la UE crea una desigualdad que dificulta la rentabilidad de los productores europeos.

Los integrantes del Grupo de Contacto del Ajo Europeo expresaron su preocupación por la falta de reciprocidad en las exigencias sanitarias y medioambientales entre la producción europea y la de países extracomunitarios. Esta situación, sumada al desconocimiento del consumidor sobre las diferencias de calidad y normativas entre ambos mercados, obliga a los productores europeos a vender a precios más elevados para garantizar su viabilidad económica.

Ante estos desafíos, Julio Bacete, presidente de la Mesa Nacional del Ajo y vicepresidente de Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha, propuso reforzar la colaboración entre España, Francia e Italia en el ámbito de la investigación. En particular, destacó la importancia de desarrollar un mapa genético del ajo europeo, lo que permitiría mejorar la adaptación al cambio climático, optimizar el uso de agua y nutrientes, y aumentar la sanidad del cultivo. Estas iniciativas no solo fortalecerían la competitividad del sector, sino que también contribuirían al relevo generacional en la actividad agrícola.

La reunión en Chabrillan dejó claro que el futuro del ajo europeo dependerá en gran medida de la cooperación internacional, la innovación tecnológica y la implementación de políticas que garanticen condiciones equitativas para los productores comunitarios. En este contexto, la búsqueda de soluciones conjuntas se convierte en una prioridad para mantener la calidad y sostenibilidad de este cultivo emblemático en Europa.

Fuente: vocesdecuenca.com y agrodiario.com