En el reciente congreso Tomeet, organizado por Rijk Zwaan en Almería, Carmen Cabrera, de Fundación Cajamar, hizo un análisis de la producción de tomate en el arco mediterráneo y su evolución en los últimos 50 años, dimensionando a los que son los mayores productores y exportadores de la región.
© Marta del Mooral Arroyo
Entre ellos, por supuesto, se encuentra Almería; una provincia que debe actualmente el 40% de su PIB a la agricultura, y en la que en la campaña 2023/24 se produjeron 3,8 millones de toneladas de hortalizas en unas 33.600 hectáreas de invernaderos, con un valor de la producción de 3.000 millones de euros.
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En la década de los 70, la agricultura intensiva de invernadero empezaba a desplegarse en Almería, donde las condiciones de cultivo y las características salinas del agua hicieron que el tomate se erigiera rápidamente como la hortaliza con mayor representatividad en la provincia.
No obstante, tras varias décadas en expansión, 2016 supuso un punto de inflexión en el crecimiento de superficie del tomate, entrando en una fase de retroceso que le ha hecho perder el puesto como el primer cultivo de la provincia en superficie, y que le ha llevado a que, en los últimos 50 años, el tomate haya pasado de tener una representatividad de la superficie de cultivo en Almería del 50% al 20%.
"Son varios los motivos que han provocado esta evolución", señaló Carmen. "Por un lado, el incremento de costes, como el SMI, y a la tendencia creciente de las explotaciones —que precisan contratar más mano de obra—, o el incremento de gastos que conlleva el cultivo de especialidades; pero por otro lado, también ha impactado la competencia creciente en el mercado", indicó mientras mostraba una diapositiva con la evolución de las importaciones de la UE (en toneladas) desde el inicio de los 2000.
© Marta del Mooral Arroyo
"Una de las cosas más significativas que muestra el gráfico es el hecho de que a inicios de la gráfica, en el 2002, Países bajos estaba por debajo de España; pero en este entorno de fuerte competencia, el país ha sabido reinventarse y a día de hoy lidera el mercado del tomate en la UE", destacó.
¿Qué ha pasado en los últimos 50 años en la producción del Mediterráneo?
Mientras España ha ido descendiendo sus volúmenes en el mercado, Marruecos ha crecido hasta alcanzar las cifras de tomate de España. "Si bien Marruecos no es el país que más tomate produce en el Mediterráneo, tiene una gran vocación exportadora, ya que exporta un 45,6% de su producción y, de hecho, el volumen de tomate marroquí exportado se ha multiplicado por 5 desde 1986".
"El líder indiscutible en la producción de tomate de los países productores del Mediterráneo es Turquía, con casi 13 millones de toneladas anuales. Y si impone ver el volumen exportado de Turquía, al nivel de España o Marruecos, impone mucho más saber que solo exporta un 5% de su producción".
© Marta del Mooral ArroyoDiapositiva de la presentación
Hasta el año 2015, más del 60% de las exportaciones de tomates turcos se dirigían a Rusia. A partir del 2016 tuvo que diversificar sus envíos a los países del Europa del este, aunque poco a poco ha experimentado cierta recuperación de los envíos a Rusia. "Turquía tiene un gran mercado interno, pero es posible que, dada la situación geopolítica actual, cada vez mire más a Europa", indicó Carmen en su presentación.
"En cuanto a Egipto, en 2009 tuvo un pico de producción, tras el cual ha ido descendiendo, que pudo estar asociado a la situación interna del país. Por ahora, solo exporta en torno a un 1,2% de su tomate, pero es posible que en los próximos años sorprenda en el mercado de exportación del tomate".
"Con todo esto, solo nos queda ver que el tomate español tiene una competencia creciente y va a necesitar aumentar la competitividad. ¿Cómo? Aumentando la rentabilidad: aumentando la productividad, reduciendo costes, abriendo nuevos mercados y generando nuevos productos; pero, sobre todo, ajustándose a lo que quiere el mercado", remarcó.
© Marta del Mooral Arroyo
"Y, aunque parezca difícil conseguirlo, tenemos un gran aliado en las nuevas tecnologías Una gestión más eficiente puede ayudar a minimizar costes, y la automatización puede ayudar a reducir la mano de obra, que representa hoy en día el 45% de los costes totales del cultivo. No se trata de eliminar empleo, sino de focalizar la mano de obra en las actividades que generan mayor valor, lo que podría ir acompañado de una subida salarial y de la atracción de jóvenes más cualificados al sector".
"La formación, la inversión y la innovación serán necesarias para que el futuro del tomate sea posible", concluyó Carmen.