La escasez de agua plantea desafíos a la agricultura en Chile, afectando a la producción de cultivos frutales, entre ellos las sandías, que requieren una cantidad importante de agua. Investigadores del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura (CEAF) de la Región de O'Higgins están desarrollando estrategias para mejorar la tolerancia de las sandías a la sequía.
Un enfoque prometedor consiste en utilizar portainjertos de Lagenaria siceraria, una especie emparentada con la sandía, conocida por su tolerancia al estrés hídrico. Los estudios han identificado ecotipos chilenos con capacidad para retener agua y reducir la transpiración, lo que podría mejorar la tolerancia a la sequía de las sandías injertadas.
El Dr. Guillermo Toro, investigador del CEAF y director del proyecto, señala que los ecotipos seleccionados proceden de diversas regiones chilenas y muestran un uso eficiente del agua. Su aplicación en el cultivo de sandías podría ayudar a mantener la calidad y productividad del cultivo en zonas con limitaciones hídricas.
Más allá de la selección de portainjertos, la investigación explora los mecanismos que permiten a estas plantas soportar la sequía. Las colaboraciones con Dinamarca y España revelan que los genotipos de Lagenaria siceraria desarrollan barreras radiculares que minimizan la pérdida de agua y optimizan su absorción. Estos ecotipos ajustan el metabolismo en respuesta a la escasez de agua.
La integración de portainjertos resistentes a la sequía podría cambiar el cultivo de sandías en Chile. Con las restricciones de riego, los productores buscan soluciones sostenibles para mantener la rentabilidad. Esta mejora genética reduce la dependencia de insumos como fertilizantes y agua, promoviendo la sostenibilidad.
El equipo del CEAF sigue evaluando el rendimiento de los portainjertos para ofrecer recomendaciones de producción comercial. La próxima fase incluye ensayos de campo en la Región de O'Higgins y otras zonas clave, validando los resultados de laboratorio.
Esta investigación, apoyada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y el Gobierno Regional de O'Higgins, con colaboraciones universitarias internacionales, puede beneficiar a otros cultivos frutales que se enfrentan a la escasez de agua. Integra estrategias genéticas y agronómicas, ayudando a la producción frutícola chilena a adaptarse al cambio climático.
Fuente: SeedWorld