En Chile existen alrededor de 1.500 hectáreas que presentan problemas de salinidad y alta presencia de carbonatos, debido principalmente a las condiciones áridas de la zona central y norte del país, acentuadas por las prácticas agrícolas como riego con aguas de elevado contenido de sales, fertilización inadecuada, entre otros factores.
Dada estas condiciones, actualmente se están requiriendo soluciones que ayuden a mitigar los efectos de la salinidad y sequía en los cultivos. Por esto, un grupo de investigadores de INIA La Cruz, la Universidad de Chile y la Universidad Arturo Prat, que forman parte del proyecto Anillo de Investigación en Ciencia y Tecnología “PASSA” de Conicyt (ACT 192073), se encuentran desarrollando diferentes estrategias a través de distintas formulaciones para aumentar la tolerancia de tomates a la falta de agua o a la salinidad, con lo que se podría ahorrar agua en este cultivo y seguir cosechando en terrenos que actualmente se ven afectados por este tipo de estreses abióticos.
Juan Pablo Martínez, investigador INIA La Cruz.
¿De qué se trata este tipo formulaciones?
En el caso del llamado “biomodulador”, este incorporará una serie de compuestos naturales, en especial ácido lipoico y carotenoides, que tienen propiedades antioxidantes. Asimismo, se sumarán moléculas químicas que han demostrado promisorios resultados en investigaciones previas desarrolladas en la Universidad de Chile.
Además, se está desarrollando otra formulación, la cual contendrá rizobacterias obtenidas desde plantas que crecen en el Desierto de Atacama y, de acuerdo con investigaciones previas desarrolladas por la Universidad Arturo Prat, confieren resistencia a la salinidad, permitiendo que vivan en ambientes tan adversos para la fauna como este.
De manera paralela, INIA La Cruz se encuentra trabajando con promotores de crecimiento de plantas a partir de rizobacterias nativas obtenidas del Banco de Microrganismo de INIA donde en experimentos se ha demostrado que al aplicarlas en tomate bajo condiciones de invernadero favorecen el crecimiento en salinidad.
Complementariamente, se están haciendo ensayos en consorcio. Uno corresponde al consorcio de diferentes cepas de bacterias Pseudomonas y el otro ensayo, con otro consorcio, con distintas cepas de Staphylococcus.
Los ensayos se evaluaron en dos variedades de tomate: una variedad comercial (tomate híbrido indeterminado) y la otra, una variedad local, Poncho Negro, típico del Valle de Yuta, Azapa, región de Arica y Parinacota, que se cultiva en la zona norte de Chile. El ensayo posee un control y otro experimento donde se aplica más sal para generar un estrés.
“En un año más se tendrá información más exacta de esta iniciativa y va a quedar disponible una formulación para que el agricultor la pueda utilizar”, informa el INIA en un comunicado.
Para más información:
INIA
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